El Papa Francisco pidió ayer rezar “por las víctimas de todas las guerras”, sin olvidar a los 62 fallecidos del accidente aéreo de Brasil, al término del rezo del Ángelus, ante los fieles congregados en la plaza de San Pedro de la ciudad del Vaticano.
Asomado a la ventana de su estudio privado en el Palacio Apostólico, recordó, en primer lugar, el aniversario del bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki (6 y 9 de agosto de 1945), las dos ciudades que visitó en noviembre de 2019 con motivo de su viaje apostólico a Japón.
En el marco del aniversario de esta tragedia, hace casi 80 años, Francisco ha tenido palabras de recuerdo para los cerca de 220.000 fallecidos en aquella ocasión y para las víctimas de la actual “tercera guerra mundial” que se libra en distintos lugares del mundo.
“Mientras seguimos encomendando al Señor las víctimas de aquellos acontecimientos y de todas las guerras, renovamos nuestra intensa oración por la paz, especialmente por los mártires de Ucrania, Oriente Medio, Palestina, Israel, en Sudán y en Myanmar”, aseguró el Pontífice, que además pidió oraciones por las víctimas del accidente aéreo ocurrido el 9 de agosto en Brasil, que se saldó con 62 fallecidos.
Por otro lado, el Papa también se refirió a la fiesta de Santa Clara de Asís, que se celebró ayer; a todas las clarisas, en concreto, las de Vallegloria a las que, como ha recordado, le “une una hermosa amistad”.
También saludó a los estudiantes del seminario menor de Bérgamo, que llegaron a pie a Roma desde Asís tras una peregrinación de varios días por carretera.
Antes del rezo del Ángelus, Francisco alertó sobre “los esquemas rígidos” y de “los prejuicios” que bloquean la fe. “Están bloqueados en su fe por el preconcepto sobre sus orígenes humildes y también bloqueados por la presunción de que no tienen nada que aprender de Él. Los preconceptos y la presunción hacen tanto mal. Impiden un diálogo sincero, un acercamiento entre hermanos”, lamentó.
“Tienen sus esquemas rígidos y no hay lugar en sus corazones para lo que no encaja en ellos, para lo que no pueden catalogar y archivar en las estanterías polvorientas de sus certezas”, añadió.
En este sentido, destacó que esas personas “cumplen la ley, dan limosnas, respetan los ayunos y los tiempos de la oración”. Sin embargo, esto se produce, según el Pontífice, “porque realizan sus prácticas religiosas no tanto para escuchar al Señor, sino más bien para encontrar en estas una confirmación a lo que ellos ya piensan”.
“Puede suceder que en lugar de escuchar realmente lo que el Señor tiene que decirnos, busquemos en Él y en los demás solo una confirmación de lo que pensamos nosotros, de nuestras convenciones, de nuestros juicios, que son prejuicios”, advirtió, por lo que defendió que “la fe y la oración verdadera abren la mente y el corazón, no los cierran”. (Europa Press)