El organismo estima que desde el inicio del conflicto se registraron al menos 50.000 desplazamientos entre la población civil en el estado de Shan, en el noreste del país, que vio un repunte de los enfrentamientos durante las últimas semanas. La situación en la zona, fronteriza con China, llevó a la junta militar que gobierna el país desde el golpe de Estado de 2021 a alertar de una posible fragmentación del país.
Asimismo, otras 40.000 personas tuvieron que desplazarse por el aumento de la violencia entre las partes en la región de Sagaing en el noroeste, además en el estado de Kachin, también en el norte.
Según la ONU, casi todos los desplazados buscan refugio en recintos religiosos y son pocos los que buscaron refugio en emplazamientos estipulados para ello. «Los enfrentamientos en curso, junto con la existencia de puestos de control, el cierre de carreteras y los daños estructurales en los puentes, están restringiendo gravemente la capacidad de las agencias humanitarias para llegar a las personas afectadas, llevar a cabo la verificación de las necesidades y transportar suministros vitales», declaró en un comunicado.
Las alianzas de grupos armados étnicos llevaron a cabo recientemente ataques coordinados contra decenas de puestos militares en el estado de Shan hasta hacerse con la ciudad de Chinshwehaw, estratégica para el comercio con China.
Los rebeldes aseguran que el objetivo de estas operaciones es defender el territorio ante las incursiones militares de la junta y erradicar la dictadura militar opresora, mientras combate el fraude y el contrabando en la frontera.
El presidente en funciones apoyado por la junta, Myint Swe, indicó que los enfrentamientos registrados recientemente en el estado de Shan suponen una amenaza militar a gran escala y alertó de una posible división territorial en la zona. Así, subrayó que el sacrificio de vidas es necesario para restaurar la estabilidad en la zona. (Europa Press)