El noruego Karsten Warholm tuvo que destrozar el récord del mundo de 400 vallas en la carrera más fantástica de la historia para ganar la medalla de oro. Warholm corrió en 45.94 rompiendo una barrera que parecía imposible, la de los 46 segundos. Los sabios más atrevidos se atrevieron a compararlo con el salto de Bob Beamon en México 68 o el de Dick Fosbury.
Además, Ray Benjamin , segundo, lo hizo en 46.17, 43 centésimas por debajo de la plusmarca que el nórdico había fijado el 1 de julio pasado. El brasileño Alison dos Santos (46.72) lo hizo por debajo del récord olímpico de Kevin Young (46.78), que había permanecido como tope mundial hasta esa carrera de Warholm en Oslo. Cayeron tres récords continentales y seis nacionales en la prueba.
Warholm salió como una bala. En la primera curva ya había cogido la compensación a Dos Santos, que como en esas contrarrelojs del Tour cuando el líder dobla al que le precede, se vio hasta beneficiado. A su estela, el atleta que tiene la piel quemada porque con 10 meses se vertió una sartén de aceite hirviendo, corrió muchísimo.
En la calle 5, Benjamin, otro especialista con y sin vallas de la vuelta al estadio, comenzaba a ver centímetro a centímetro cada vez más lejos a Warholm, que pasaba los obstáculos como un robot. Trece pasos y valla. Otros trece y arriba. A su velocidad, une una técnica soberbia. Las vallas parecen hacerse pequeñas a su paso.
Los 400 vallas será la prueba estrella de los Juegos Olímpicos de Tokio. Por esta carrera y por lo que puedan deparar McLaughlin y Muhammad mañana. En eso ayudó Benjamin que, apenas una zancada por detrás de Warholm, hostigó a la estrella hasta el final. Después de dos derrotas en 2019, la segunda en los Mundiales de Doha, el espigado vallista (1,91) ha entendido que hay que jugar al juego del noruego: no dejarse un átomo de energía desde los tacos. Y así lo hizo esta vez.
En la penúltima valla parecía incluso que podía discutir el cetro olímpico. Y en la última. Pero al paso de esa, a Warholm aún le quedaba una velocidad más para cambiar y cruzar una meta en una carrera que tendrá díficil oposición en los próximos años. Su cara de asombro al ver la marca escenificó la monstruosidad lograda. Con esa marca hubiese sido bronce en los 400 lisos en el último Campeonato de España.
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