El balear dominaba 2-0 y buscaba cerrar su billete por la vía rápida cuando su rival se aferró a la pista de la Rod Laver Arena y forzó un 'tie-break' que cambiaría el devenir del choque. El de Atenas se revitalizó, sus erráticos golpes se convirtieron en 'puñales' y apoyado en su servicio firmó una remontada al alcance de pocos. De hecho, hasta hoy, de Roger Federer y de Fabio Fognini, los únicos capaces de levantar una desventaja así a cinco mangas en Miami en 2005 y en el Abierto de los Estados Unidos de 2015, respectivamente.
El campeón de 2009 en Melbourne se había mostrado muy firme, pero a partir del tercer parcial dejó de tener oportunidades de rotura, que no aparecieron de nuevo hasta el intento de 'milagro' en el quinto, y el poderío de su 'drive' y su revés a dos manos fue perdiendo fuelle, pasando de los diez errores no forzados en las dos primeras mangas a los 42, cuatro más que el heleno, que le había doblado en los dos parciales iniciales.
El partido comenzó con un Nadal muy sólido y con los saques imponiéndose a los restos. El balear mantenía a raya al ateniense con su agresividad desde el fondo de la pista y provocaba que su rival no pudiese hacerle daño con su poderosa derecha, con la que cometió muchos errores no forzados.
El número dos del mundo siguió firme con su saque y esperó paciente su momento al resto, que llegó en el octavo juego. El manacorí se colocó 30-40 y no desperdició ese resquicio para lograr el 'break' para posteriormente cerrar el parcial con su saque.
A partir de ahí, Nadal elevó su tenis y pasó a dominar con mucha comodidad, apoyado en un 'drive' que empezó a mostrar su mejor versión y sin ofrecer concesiones con el servicio, con el que apenas sufría. El español rompió pronto para encadenar cinco juegos consecutivos y puso la directa para ganar el segundo parcial con comodidad.
El duelo parecía controlado, pero Tsitsipas encontró la forma de meterse, ayudado a que al menos pudo ir por delante en el marcador. Lo hizo sin demasiados alardes, minimizando sus errores no forzados y recuperando la fortaleza en el servicio. El balear replicó y aunque no tuvo opciones al resto, no cedió ningún punto con su servicio hasta el 6-5.
LOS ERRORES DEL 'TIE-BREAK' CAMBIAN EL PARTIDO
Y ahí cambió el choque. El ganador de 20 'Grand Slams', muy preciso hasta entonces, cometió errores que no se habían visto hasta entonces en el 'tie-break' y el tenista griego no desperdició esos 'favores' para ganar el set, el primero que perdía en un 'Grand Slam' el español desde su eliminación el año pasado en Melbourne ante el austriaco Dominic Thiem, pero sobre todo para ganar una peligrosa confianza.
Tsitsipas se creció en la pista. El quinto cabeza de serie pasó al ataque de forma decidida y su 'drive' y, sobre todo su revés, comenzaron por fin hacer daño a un Nadal que ya no podía dominar con tanta comodidad desde el fondo de la pista. Además, para empeorar la situación, el de Atenas afinaba también desde el resto y el de Manacor sufrió sus primeros problemas.
El número dos del mundo tuvo que salvar un 30-40 en su primer saque y en el quinto juego, un 15-40, levantado con dos grandes primeros servicios. No lo pudo hacer en el noveno y el griego llevó el duelo a una quinta y definitiva manga que nadie quizá esperaba.
Nadal no encontró la fórmula para volver a dominar ni para inquietar desde el resto, pero sobrevivió gracias a su servicio y cierta recuperación en sus golpes. Sin embargo, la dinámica del partido no era positiva, con Tsitsipas conectando muchos ganadores (18) y un 0-40 con 5-5 fue definitivo. El español aún lo peleó y, tras salvar dos bolas de partido, tuvo una opción de rotura, que su 'drive' no pudo sacar adelante. Fue su último aliento antes de despedirse por segundo año consecutivo en cuartos del 'grande' más esquivo en su carrera.
Ahora, Tsitsipas buscará su primera final de 'Grand Slam' ante el ruso Daniil Medvedev, cuarto favorito y que se deshizo mucha solvencia de su compatriota Andrey Rublev en tres sets por 7-5, 6-3, 6-2. El de Moscú dominó al séptimo cabeza de serie, que siempre fue a remolque, y encadenó su decimonoveno triunfo consecutivo, una racha iniciada desde el pasado Masters 1.000 de París-Bercy.