El Sevilla es grande. Gigante. Poderoso. Indestructible. Un equipo de fútbol creado para ganar finales europeas. No queda otra explicación posible. Ni empezar perdiendo por un penalti; ni recibir un nuevo golpe cuando has remontado; ni perder a dos de tus figuras, como Ocampos y Diego Carlos, por lesión; ni que el Inter sea un conjunto repleto de estrellas. Nada. Imposible. Nadie lo destruye. Otra copa para Sevilla. Y ya van seis. El Rey recupera su corona. El Sevilla es una bendición para el fútbol.
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