El número de muertos por el poderoso terremoto que golpeó hace casi 100 horas Siria y Turquía ascendió a 23.637, informaron las autoridades locales. En tanto que existen al menos 80.768 personas heridas.
En Turquía, al menos 18.991 fallecieron y otras 75.523 resultaron heridas, según el último balance del presidente, Recep Tayyip Erdogan. Mientras que en Siria, se confirmaron al menos 3.384 fallecidos y 5.245 heridos.
Los primeros envíos de ayuda humanitaria de la ONU llegaron ayer a Siria, pero las posibilidades de encontrar personas con vida se apagan una vez expirado el periodo de tres días que los expertos consideran crucial.
El tiempo transcurrido, sumado a las gélidas temperaturas de la región, convierten los rescates en algo cercano al milagro, como el de la joven turca Melda Adtas, encontrada viva 80 horas después del temblor.
El jefe de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, y el responsable humanitario de la ONU, Martin Griffiths, anunciaron que visitarán la zona próximamente.
La presidenta del Comité Internacional de Cruz Roja, Mirjana Spoljaric, se encuentra ya en Alepo, en Siria. “Las comunidades que sufrieron años de fieros combates ahora se encuentra mutiladas por el terremoto”, señaló.
La guerra destruyó hospitales y continúan los problemas en el suministro de electricidad y agua en Siria, pero la ONU solo puede enviar ayuda a las zonas rebeldes del noroeste a través del cruce de Bab al Hawa en la frontera con Turquía.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió al Consejo de Seguridad que autorice la apertura de nuevos pasos de ayuda humanitaria entre ambos países.
Más allá del sombrío balance humano, la agencia de calificación financiera Fitch estimó que los daños económicos por el sismo superarán los 2.000 millones de dólares y probablemente alcancen los 4.000 millones.
El terremoto es el más importante en Turquía desde 1939, cuando 33.000 personas murieron en la provincia oriental de Erzincan.
Por ahora, el balance provisional se sitúa en más de 23.000 personas, pero los expertos consideran que el saldo subirá todavía significativamente.
Las bajas temperaturas agravan la situación tanto para las posibles personas atrapadas entre los escombros como para los supervivientes, que no encuentran camas en los albergues habilitados en gimnasios o mezquitas o que prefieren dormir en carros y tiendas que volver a sus casas.
El enfado crece en Turquía contra la respuesta del gobierno, juzgada insuficiente y tardía. El mismo presidente Recep Tayyip Erdogan reconoció deficiencias en la gestión.
A pesar de las dificultades, miles de socorristas locales e internacionales mantienen la búsqueda de supervivientes.
En el devastado municipio turco de Nurdagi, cerca del epicentro, los equipos de rescate usaban drones y cámaras de detección térmica y pedían silencio a los presentes cuando encontraban un posible superviviente.
“El silencio es angustiante. No sabemos qué esperar”, reconocía un vecino que esperaba junto a un edificio derrumbado en la calle principal del pueblo.
Decenas de países, desde China hasta Estados Unidos, prometieron ayuda a Turquía que, además, recibirá 1.780 millones del Banco Mundial para ayudar en la atención humanitaria y la recuperación. (Infobae).