Era difícil llenar la mitad del vacío que ha dejado Michael Phelps. Sin comparativas, el meritorio que ganó dos medallas de oro en Río de Janeiro al lado del Tiburón de Baltimore escribe una página importante en el deporte mundial.
Dressel batió el récord del mundo (49.45, cinco centésimas menos que el que había impuesto en los Mundiales de Corea en 2019) en una prueba que fue un mano a mano con el húngaro Kristof Milak (49.68), ya un nadador de 2000, el destinado a heredar en breve el cetro. El resto de los seis nadadores, incluido el guatemalteco Luis Carlos Martínez, el primer centroamericano que llegaba a una final olímpica, vieron la estela de ambos.
La estrella del hombro con el aguila, símbolo de su país, tatuado emergió ya en primera posición para el metro 15. Con una brazada poderosa se distanció medio cuerpo de Milak, que perdía 65 centésimas al voltear. Dressel había tocado la pared en 23.00, una marca formidable. Phelps en Pekín 2008 lo hizo en 23.50 por comparar. Milak, que esta vez tenía el bañador intacto, metió una velocidad más. Note Ponti fue el que logró la mejor vuelta (26.03), pero no lo suficiente para arrebatar a Dressel una de las medallas más cotizadas de la natación mundial en estos momentos. En su intento, el magiar también rebajó el récord olímpico (46.71), que había impuesto el flamante campeón en las eliminatorias. Ya a un peón, para el bronce, el suizo Noe Ponti 50.74 superó al ruso Minakov.