Finlandia queda a la espera, como tercera de grupo, pero tiene pinta de que se va a ir para casa. No planteó medias tintas: salió a defender el empate inicial plegada en una línea de cinco zagueros, tres centrocampistas que operaban por dentro y dos delanteros que, en realidad, era una defensa avanzada. El plan era correr, perseguir y achicar. Si por el camino aparecía una luz que llevase a la portería de Courtois, había que seguirla, pero sin alardes.
El partido le llegó a Bélgica con la clasificación en el bolsillo. Y el sosiego consiguiente le quitó filo. El seleccionador Roberto Martínez lo buscó en la alineación, en la que mezcló meritorios y consagrados. Para Hazard, De Bruyne o Witsel llegó la primera titularidad en lo que va de torneo, así que la velada les invitaba a completar su suave aterrizaje en la competición tras dejar atrás diversos achaques.
Sentadas esas bases, el partido avanzó en una única dirección, con cierta pereza y algún destello de De Bruyne y Lukaku. Hazard estuvo industrioso, buscó la pelota, cayó desde la izquierda hacia posiciones interiores para combinar en corto, pero también salió en carrera. Trabajó con más ahínco que lucidez en la búsqueda de sensaciones. Topó como todos sus compañeros con una tela de araña tejida por toscos, pero fornidos defensores. Los tres centrales fineses juegan en el colista de la liga sueca, otro en un ignoto cuadro chipriota y el tercero en el Helsinki. Nadie les pide buen pie para sacar la pelota jugada. Sólo restar, que no es poco cuando hay que bregar con Lukaku.
El ejercicio de supervivencia de los nórdicos avanzó entre una zaga hundida ante su portero, que ante las dudas siempre sostuvo al equipo. Lukas Hradecky es un meta con experiencia en la Bundesliga, en el Eintracht y ahora en Leverkusen. Siempre estuvo cuando su equipo le necesitó, por ejemplo en un disparo pleno de veneno con el que Doku olfateó el gol poco antes del descanso o en otro de Hazard tras el parón.
A ese receso se llegó con buenas noticias para Finlandia porque Dinamarca superaba a Rusia y los cuatro puntitos daban entonces la clasificación sin esperas, en la segunda plaza. Al cuarto de hora de la reanudación llegaron noticias de otro tanto danés y la grada, con mayoría finesa, estalló en júbilo. A veces no es preciso que tu equipo pase del mediocampo para celebrar.
Las líneas del VAR
Pero Finlandia se destapó y casi pilla un catarrazo. A una episódica excursión ofensiva respondió Bélgica, que acostumbrada a las apreturas encontró un latifundio, De Bruyne conectó con Lukaku y llegó el gol, celebrado con la mirada de tirios y troyanos en el VAR. Allí entre lupas y líneas se delineó su anulación. Lo siguiente que hizo el seleccionar nórdico fue retirar del campo a un delantero, Pohjanpalo, y agregar un centrocampista más al mogollón. Pasó entonces una de esas fatalidades que convierten el fútbol en indescifrable. Tras parar lo imparable, justo cuando su equipo se había reforzado para acometer con más piernas y más carácter defensivo la recta final del partido, Hradecky se metió un gol en propia puerta. Vermaelen remató de cabeza, la pelota se estrelló en el larguero y el rechace topó con la mano del portero, que sin querer introdujo la pelota.
Ese fue el final. El unico plan de Finlandia para el partido era contener. No tuvo respuesta y en cuanto volvió a abrirse fue aún más vulnerable. Lukaku anotó en una jugada que resolvió como un pivote de fútbol sala y los belgas se llevaron un partido en el que no tuvo más inquietud que la de derribar una muralla.