El arresto de Bartomeu y los registros en las oficinas del club el lunes en el marco del denominado ‘Barçagate’ fue el enésimo capítulo de un descenso a los infiernos del Barça, a la espera de presidente.
“Es una triple crisis institucional, económica y deportiva de la que no se sale con un par de fichajes y algún título”, escribió el martes el director adjunto del diario Sport, Lluis Mascaró.
Cualquiera que sea el ganador de las elecciones del domingo, Joan Laporta, Toni Freixa o Victor Font, “el trabajo del nuevo presidente se antoja un reto gigantesco”, añadió Mascaró.
El pase a la final de la Copa del Rey el miércoles al ganar al Sevilla 3-0 en semifinales fue un pequeño bálsamo deportivo tras el golpe de la detención de Bartomeu.
Sospechoso de “delitos de administración desleal y corrupción”, fue puesto en libertad provisional, junto a su mano derecha, Jaume Masferrer, mientras continúa la investigación por supuestamente contratar a una empresa para llevar a cabo campañas de desprestigio contra opositores.
Una campaña que también habría ido dirigida contra figuras del club como Gerard Piqué o Leo Messi, que no escondió sus opiniones en varias ocasiones durante esta crisis, acelerada tras la caída en semifinales de la Supercopa de España en enero de 2020.
La derrota ante el Atlético de Madrid (3-2) precipitó la salida del técnico Ernesto Valverde y su sustitución por Quique Setién, en un movimiento que no mejoró el juego del equipo y acabó provocando un primer conato de incendio con la plantilla y Messi.
Primer desencuentro de la dirección de Bartomeu con el astro argentino, que volvería a resurgir cuando en febrero la radio Cadena Ser destapó el escándalo del ‘Barçagate’.