La incertidumbre crecía y no podemos olvidar ese famoso “coche a la vista” que (un sin número de veces) anunciaba el ingreso del que terminaría siendo ocho veces campeón nacional de automovilismo para algarabía nuestra, mientras en el fondo de la radio se escuchaba su raudo paso por la meta.

“Armincho”, conocedor como pocos de los caminos de Bolivia, llegó a ser reconocido y querido en todo nuestro país. Si hay algo que agradecerle y reconocerle particularmente al deporte tuerca es su faceta integradora que le permitió llegar básicamente a todos los rincones de nuestro hermoso territorio con el añadido de que la construcción, refacción o mejoras de esas carreteras daban un impulso importante al desarrollo de nuestras diferentes poblaciones y ciudades.

Y nuestros pilotos, definitivamente una suerte de quijotes, que no peleaban contra molinos de viento, pero sí unos verdaderos guerreros que no sólo “luchaban” con virtuosos y corajudos del volante sino contra las condiciones agrestes de nuestro territorio, lo caluroso de nuestros llanos o el frío y el silbante viento en nuestras alturas junto las limitaciones técnicas propias de la época. Ellos, en ese entonces lograron desatar una emoción que nos permitía dejarnos absorber por unos días en los fierros, los tiempos (la crono), las diferencias de milésimas de segundo, hacer conjeturas pensando qué podía pasar en la siguiente etapa, cómo arrancarían los autos después de una jornada exigente al máximo tanto para pilotos como para las máquinas, que hermoso perderse en esos recuerdos y volver a vivir esas emociones interiormente…

Un homenaje póstumo no sólo para el llamado “Sexy piloto” y notable dirigente, sino también para Carlos Hugo “Chino” Méndez, que gran corredor (como nos encantaba “La Integración del Oriente”, cuatro, cinco, seis hasta diez días a puro manejo y coraje, él, uno de sus grandes exponentes), Oscar Crespo Maurice, el “Caballero de las rutas” chuquisaqueño, aquellos tres grandes partícipes de nuestros recuerdos de niñez y el reconocimiento a los ases del volante que les precedieron y dieron vida a este hermoso deporte, Belizario Benzi, Willy Bendeck, Juanito Rodríguez Vera (a quien conocimos en su taller mecánico cerca a la calle Illimani de la ciudad de La Paz, cuando mi padre nos llevó aún siendo pequeño de la mano, qué gusto sinceramente).

Sabemos que no mencionamos a todos y nos disculpamos por ello, aunque creo que el papel no nos alcanzaría, mas sólo tenemos una palabra para quienes forjaron la historia del automovilismo nacional a lo largo del tiempo y nos brindaron tantas emociones: Gracias…

Jesús Pérez Ruvera,

analista deportivo