“Después de Buenos Aires, La Paz fue el lugar donde más tiempo vivimos con mi familia. Casi cuatro años y medio, o sea que es mi segunda casa. Lorena, mi hija mayor, tenía dos meses cuando llegamos a La Paz. Luciana, mi hija menor, nació en La Paz, así que somos eternos agradecidos al trato que nos dieron siempre. Volví a La Paz dos veces desde que dejé Bolívar, una fue para la despedida de Carlitos López y otra por una invitación de don Guido Loayza para una reunión en el Café de La Paz, donde nos hicieron un pequeño reconocimiento. En consecuencia, para mí es un orgullo personal, una satisfacción que después de casi 43 años que me fui, me sigan recordando…”, comienza la entrevista exclusiva de RETRO FÚTBOL con Troncone.
Él tiene la elegancia y gentileza de los monarcas. En su tiempo, allá por los años ’70 ganó el denominativo de “soberano en la zaga bolivarista”.
Se caracterizaba en el campo de juego, por el despliegue perfecto de su juego limpio. Su elevada estatura generaba confianza en la difícil línea que le tocaba custodiar. Más de un hincha celeste, hasta ahora añora su presencia en la defensa del cuadro.
“Son varios los partidos que recuerdo con Bolívar. El primero es el que dimos la vuelta olímpica contra Ferroviario, fuimos campeones paceños invictos. Luego, otro que siempre tengo presente es en Santa Cruz, cuando le ganamos la final a Wilstermann 1 a 0 con gol de Aragonés y que nos declaró como campeones de Liga- el primer campeonato que tuvo Bolívar, segundo en la historia de la Liga Profesional del Fútbol Boliviano-. El tercero, el primer clásico que jugamos en el remodelado estadio ‘Hernando Siles’, antes de los VIII Juegos Bolivarianos (1977). Yo hice el primer gol, de penal. Ese partido lo perdimos 2 a 1, pero quedé en la historia porque el primer gol en el estadio remodelado, lo marqué yo. El otro partido que recuerdo fue el último que jugué para Bolívar en 1980- después de haber disputado los tres partidos contra The Strongest, para saber quién clasificaba para la Copa. Perdimos 3 a 1.”, relata Ricardo.
Troncone era parte de una muralla defensiva de Bolívar, al lado de Luis Gregorio Gallo por la derecha y Pablo Baldiviezo por la izquierda. Adelante siempre estaba Pepe Solórzano.
Aparte de su disciplina intachable en la cancha, Ricardo se distinguía por darle buen trato a la pelota, marcación firme, juego aéreo e insustituible encargado de ejecutar los penales, por la serenidad y efectividad en sus remates.
Su llegada a Bolivia data del año 1976, cuando ya era un jugador profesionalmente formado. Nos cuenta que comenzó en las divisiones inferiores de River Plate, donde alcanzó a la octava y novena división. Luego estuvo sin jugar por un año debido a una operación, pero después de su recuperación en el año 1966 retomó la carrera en Platense, cuarta división y alternó algunos partidos en tercera.
En 1968, el DT de Platense Juan Carlos Muruba lo hizo debutar en primera, donde permaneció hasta fines de 1972, pese a que un año antes su equipo descendió de categoría, formó parte de la selección B argentina con la que realizó una gira por Europa. Luego su pase fue adquirido por Rácing, en 1974 pasó a Argentinos Juniors y en el 75 jugó en Newell’s Old Boys de Rosario.
Tras una breve negociación con Mario Mercado vino a Bolivia, país al que conocía ya que en 1973 jugó, formando parte de Racing de Avellaneda. Disputó un cotejo contra la selección boliviana que se preparaba para las eliminatorias de la Copa del Mundo1974.
“A Don Mario (Mercado), lo recuerdo como una gran persona, excelente dirigente y de carácter difícil. Lo conocí en el aeropuerto de Ezeiza (Buenos Aires) cuando me citaron para cerrar trato con Bolívar. El día que salimos campeones paceños, se acercó a mí en el vestuario, me abrazó y me dijo: ‘Gracias Ricardo, no me equivoqué”, declara y se emociona.
Nuestro entrevistado es hijo de Inocencio Troncone, un cantor de tangos uruguayo conocido como Enrique Campos, y de María Rosa Bernardis. Separado de Lilia Carrizo, tiene dos hijas, Lorena y Lucciana, que nació en La Paz. Trabajó en una empresa que tenía la licencia de Adidas y ahora es jubilado con radicatoria en la bella ciudad de Buenos Aires.
“Tuve una infancia más que feliz. Mi mamá y mi papá, tanto a mi hermana María del Carmen como a mí nos brindaron todo, para que nunca nos falte nada y con una sola obligación que era la estudiar”, rememora.
Dice que el amor por el fútbol lo empezó a sentir desde muy chico, comenzó a practicar el deporte como un juego, con los amiguitos de su barrio, correteando en la vereda hasta que caía la tarde. “Muchas veces continuábamos en una canchita o potrero. Luego crecí así, encantado por el fútbol, hasta que llegó mi momento, el de irme a probar a un club y con los años, esta afición se convirtió en mi profesión”, relata.
“A estas alturas de mi vida, no sé si llamarle éxito a todo lo que viví con el fútbol, pero si tuviera que agradecer a alguien, sería a mi papá que me acompañó e incentivó siempre a tratar de cumplir con mi sueño de ser jugador y también agradecería a todos y cada uno de los compañeros que tuve en los distintos planteles, quienes me ayudaron a ser mejor persona y deportista”, dice.
Ricardo Troncone es un ser muy ordenado, responsable y sus palabras irradian inteligencia extrema. Es muy modesto al autodescribirse y está consciente de que el fútbol es una actividad que deja gran riqueza espiritual porque se conoce a mucha gente.
“El fútbol me dejó amigos. ¿hay algo más importante en la vida?”, remarca (suspira) y dice. “quisiera que me recuerden como a una buena persona”.
El más grande anhelo de Ricardo Troncone a sus 74 años es tener salud para poder disfrutar de su familia, amigos y ver crecer a sus nietas gemelas Francesca y Renata.
“Los muchachos que conformamos el plantel de Bolívar y que salimos campeones invictos de La Paz, los que fuimos los primeros campeones de Liga, en representación de la Academia, los que conformamos el cuadro que logró el récord de partidos sin perder, que hasta ahora no lo pudieron superar; aún esperamos la convocatoria de Bolívar para rememorar estos logros y tal vez ser homenajeados para quedar en la memoria histórica de nuestro amado club. Pido al Bolívar que nos rinda homenaje a quienes quedamos y a los que ya no están…”, sentencia.
Es probable que el deseo de Troncone sea cumplido por Bolívar, dentro de los festejos del centenario de la institución.
Troncone confiesa amar a Bolívar y no es novedad para nadie. En 1980 rechazó pasar a The Strongest porque la hinchada lo consideraba un símbolo celeste.
“Como exjugador, solo me resta decirle gracias a la hinchada, por existir, gracias por hacernos sentir importantes y por no aflojar, a pesar de las pocas satisfacciones que les damos. Gracias por el sentido de pertenencia. No importa el club del cual son hinchas. Y a los chicos bolivianos que decidan seguir la carrera de futbolistas, que no escatimen en esfuerzos. Que dejen todo, que sean buenos compañeros y que traten de mejorar cada día”, concluye.
Ricardo Troncone es el soberano de la defensa que tuvo Bolívar y el fútbol boliviano, por todo lo que nos contó y por el recuerdo que dejó en la retina de los millones de bolivianos que tuvimos la suerte de verlo jugar.
FICHA
Nombre: Ricardo Enrique Troncone Bernardis
Lugar de nacimiento: Buenos Aires (Argentina)
Fecha de Nacimiento: 24 de octubre de 1949
Lugar de radicatoria actual: Buenos Aires (Argentina)
Ocupación actual: Jubilado
Familia: Lilia Carrizo (exesposa), Lorena y Luciana (hijas), Erwin (hijo político), Francesca y Renata (nietas), María del Carmen (hermana).
‘Creo que es justo que Bolívar nos haga un homenaje’
GHILKA SANABRIA