Por encima de sus lentes, la secretaria del Ministro fijaba la mirada en uno de los visitantes. Luego de dar la bienvenida al grupo, se dirigió al despacho con notorio entusiasmo y pese a que este tipo de misiones suelen demorar horas, esta vez, la autoridad no tardó ni diez minutos para salir al encuentro de los profesionales.
Un apretón de manos sincero y sonrisa mezclada con frenesí y admiración dirigió hacia el presidente del Colegio de Odontólogos quien encabezaba la comitiva. Este a su vez, buscaba afanoso en su billetera, una tarjeta de presentación para identificarse.
El Ministro, inesperadamente le exclamó:
“No se moleste en dejarme su tarjeta, ¿quién no lo conoce a usted?. En todo caso, yo debería presentarme como su genuino admirador, Dr. Carlos Conrado Jiménez”, le dijo. De ahí en más, es posible que la delegación en cuestión haya resultado exitosa.
El Dr. Jiménez fue uno de los más grandes guardavallas que tuvo nuestro país. Quien ahora es un profesional honroso y de servicio a la salud bucal de la sociedad; no se cansa de agradecer a la vida y al fútbol por haber escalado tanto en su vida personal.
“Soy un agradecido con la vida y con el fútbol, porque gracias a la popularidad que me dio este deporte, ahora soy un profesional exitoso al servicio de mi país”, afirma el ignaciano, Carlos Conrado Jiménez, el entrevistado de RETRO FÚTBOL. Esa modestia lo hace grande porque en realidad, su éxito se debe a su propio sacrificio.
No fue difícil ubicarlo, puesto que su popularidad en las redes sociales es amplia, pese a que dejó el fútbol profesional hace 41 años. Su amabilidad y respeto con los medios de comunicación y el periodismo, siempre fue su mejor rasgo, y esta vez no fue la excepción.
“Desde que nací, la vida me premió. Tuve una infancia muy feliz y creo que toda mi generación la tuvo. Nací en San Ignacio de Velasco, soy chiquitano; pero cuando era muy pequeño aún, mi familia se trasladó a Santa Cruz de Sierra. En aquel tiempo, crecer en esta ciudad era un privilegio, tenía muy pocos habitantes, no más de 150 mil, entonces casi todos nos conocíamos entre nosotros y los niños éramos amigos, incluso viviendo en diferentes barrios. Nuestros padres nos permitían ciertas libertades porque no existía el peligro. En las noches y atardeceres era muy lindo reunirnos a jugar con pelota en las calles que eran de tierra, sin zapatillas incluso. Era un requisito jugar ‘pata pilas’ (descalzos); en la calle de tierra poníamos dos palitos que era el arco y dábamos rienda suelta a nuestra afición. Formábamos equipos de 6 o 7 niños y el que perdía salía y el que aguantaba más era el campeón. Como jugábamos con pelota de goma, cuando esta se pinchaba, el dueño de la pelota se molestaba y se iba. Y los demás quedábamos desconcertados y tristes. Luego decimos fabricarnos pelotas de trapo y no rogábamos a nadie…”, ríe con nostalgia al recordar su infancia.
Carlos Conrado tuvo un paso directo al profesionalismo, revela que no jugó en equipos de la asociación, más bien en los de barrio o de colegios.
“Cuando yo estaba en colegio, 5to. de secundaria, recibí una invitación de un dirigente de Real Santa Cruz que era un equipo de primera división. Para mí fue un halago y lo acepté, a pesar que en ese tiempo no recibíamos plata. El lunes ya estaba firmando contrato. Por entonces, el firmar para un equipo era pertenecer al club de por vida”, recuerda.
En 1966 debutó con Real Santa Cruz en un partido contra Oriente Petrolero y a partir de ese momento, comenzó una carrera vertiginosa y ascendente.
“Ese día nos llenaron la canasta (ríe), 7 a 1 nos ganaron. Me decían ‘Seven Up’, pero (esa broma) no me desalentó…”.
A sus 18 años se trasladó a Sucre, para iniciar sus estudios en la Facultad de Odontología de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca porque en Santa Cruz no había la carrera.
“Yo pensé que mi incursión en el fútbol terminaría ahí, pero paralelamente a mis estudios, jugué en el club Universitario y así continué”, cuenta.
Su plantel, ese año salió campeón chuquisaqueño y participó en la Copa Simón Bolívar. Luego fichó para Chaco Petrolero de La Paz en 1971, que había clasificado para la Copa Libertadores de América. Un año después, nuevamente participó el mismo torneo internacional, también con el “refinero”.
“Decidí por La Paz y no Santa Cruz, donde era visto por varios clubes, debido a que allí podía continuar con mis estudios universitarios”, revela.
En aquel tiempo fue pretendido por The Strongest cuyo entrenador era Freddy Valda. En 1974 pasó a la filas de Bolívar y fue el mismo año en que se graduó de odontólogo.
“A Bolívar no le iba muy bien en el campeonato y Mario Mercado compraba los pases de los mejores jugadores y ¡yo estaba entre ellos!. Tuve la suerte de jugar tres Copas Libertadores defendiendo el arco celeste. Fue una etapa buenísima y gloriosa. La fanaticada era extrema y el apoyo al club, incondicional”, remarca.
“Bolívar fue el equipo en el que más éxitos tuve. La parte más grande de mi corazón se quedó en Bolívar”, sentencia; pero jamás desmerece el cariño y agradecimiento que tiene por otros clubes que lo cobijaron como Real Santa Cruz y Blooming.
Recuerda que su vida en La Paz era complicada, pero no imposible. El ejercer su profesión de dentista era otra de sus prioridades, aunque su carrera de futbolista le copaba todo el tiempo porque el equipo entrenaba en doble turno.
“Tenía mi consultorio en la calle Loayza, donde atendía a partir de las 17:30. Todos mis pacientes eran futbolistas”, añade y sonríe.
Jiménez jugó 12 años para la Academia paceña y formó parte de 10 seleccionados de Bolivia, incluido aquel que en 1977 dejó en el camino a Uruguay y Venezuela. Cuando luego, la Confederación determinó aplicar un nuevo sistema (nunca antes registrado); era un minitorneo o “liguilla” que se jugó en Cali (Colombia) y donde el equipo boliviano sufrió la hecatombe. Jiménez, a pesar de tener una fuerte lesión, jugó como titular en el primer partido contra Brasil, en el que volvió a resentirse y tuvo que ser sustituido. La selección perdió 8-0 contra Brasil y 5-0 contra Perú.
En ese ínterin y luego de dos lesiones, militó en Blooming y después pasó al fútbol de Brasil, en el club Coritiba. Allí, aparte de jugar, hizo cursos de especialización para su profesión, aspecto que parece imposible para cualquier futbolista que milita en el extranjero.
Pese a ser pretendido por el Sao Paulo, de manera prematura, dejó el fútbol en 1982 a la edad de 33 años.
“Dejé el fútbol porque consideré que cumplí una etapa de vida y pasé a dedicarme plenamente a mi otra pasión que es la Odontología”, manifiesta. “Era mucha actividad y me sentía cansado”, añade.
Pese a esta determinación siguió en la senda del fútbol como dirigente. Fue parte de la Federación Boliviana de Fútbol donde llegó incluso a postularse para ser el principal titular.
Su capacidad de organización y confianza que genera en los demás, hizo también que Carlos Conrado sea la cabeza de Colegio de Odontólogos de Bolivia y del Colegio de Odontólogos de Santa Cruz, en varias oportunidades. Este gremio, actualmente tiene- en la capital cruceña- una envidiable infraestructura que se levantó durante la gestión de nuestro entrevistado.
Actualmente, el Dr. Jiménez posee una clínica odontológica muy prestigiosa en Santa Cruz de Sierra, donde trabaja con su hija Paola Andrea, quien también le siguió los pasos profesionales.
“Lo que me dejó el fútbol recién lo empecé a sentir cuando dejé de jugar. Por mi nombre se me abren muchas puertas. Puedo decir que el fútbol me abrió las puertas al éxito profesional”, afirma.
De manera consecuente, al igual que la mayoría de sus colegas exfutbolistas entrevistados por EL DIARIO, piensa que en el fútbol de ayer se jugaba más por amor a la camiseta y por el honor que por el dinero. “En mi tiempo, el máximo orgullo que teníamos era vestir la casaca de la Bolivia”, asegura.
La enriquecedora conversación con el “Dr. del arco” fue solo una mínima parte de la experiencia ejemplar de este gran boliviano, que con su historia de vida demuestra a las generaciones actuales que cuando se quiere, se puede. Él fue un gran deportista y a la vez forjó una excepcional carrera profesional en base a estudio, superación, sacrificio y constancia.
El gran Carlos Conrado Jiménez es un ejemplo de corrección, inteligencia y excelencia para los bolivianos.
“Nunca quise que me hicieran una despedida del fútbol porque el fútbol lo llevo hasta ahora en mi vida”, asegura y con gesto gentil concluye la entrevista. El tiempo y el espacio quedaron cortos, lo que simplemente lleva a decirle ¡Gracias por tanto!.
‘El fútbol me abrió las puertas al éxito profesional’
FICHA
Nombre: Carlos Conrado Jiménez Hurtado.
Lugar de nacimiento: Ignacio de Velasco (Santa Cruz).
Fecha de Nacimiento: 10 de febrero de 1948.
Lugar de radicatoria actual: Santa Cruz de Sierra.Ocupación actual: Doctor Cirujano Dentista
Familia: Paola Andrea, Carlos, Diego (hijos) y cuatro nietos.
GHILKA SANABRIA