El conjunto de Inzaghi no dio opción al Benfica en el Giuseppe Meazza y se cita con el Milan en las semifinales de la Champions League.
El Inter es equipo de semifinales de la Champions League. El conjunto italiano, que hizo gran parte de los deberes en el Estadio Da Luz, certifica en el Giuseppe Meazza (3-3, 5-3 en el global) su participación en la siguiente fase de la competición. El fútbol italiano volverá a tener un finalista en Europa, con Milán como epicentro.
Si el Milan certificó su pase el martes, un día después, el Inter se citó con su máximo rival. No sin sufrir, porque el Benfica no iba a vender su piel barata. Con una tranquilidad que invitaba a pensar que ninguno de los dos equipos se estaba jugando nada, el partido transcurría sin sobresaltos aparentes. Hasta que el Inter frotó la lámpara de su genio. Su calidad sólo es equiparable a su carácter.
Barella convirtió una jugada intrascendente en una obra de arte. Tiró una croqueta para salir del primer regate, piso el área y allí a donde todo el mundo le entran las prisas, frenó, levantó la cabeza y envió la pelota a la escuadra izquierda de la portería. Si el Inter necesitaba motivos para pensar en las semifinales, el 23 le acababa de dar uno.
Pero el fútbol es caprichoso como el destino. En los mejores minutos de los italianos, un balón desde la derecha y un cabezazo académico de Aursnes devolvían a la vida y a la eliminatoria a un Benfica que no le había causado ninguna dificultad al Inter, hasta el momento.
El Inter es equipo de semifinales de la Champions League. El conjunto italiano, que hizo gran parte de los deberes en el Estadio Da Luz, certifica en el Giuseppe Meazza (3-3, 5-3 en el global) su participación en la siguiente fase de la competición. El fútbol italiano volverá a tener un finalista en Europa, con Milán como epicentro.
Si el Milan certificó su pase el martes, un día después, el Inter se citó con su máximo rival. No sin sufrir, porque el Benfica no iba a vender su piel barata. Con una tranquilidad que invitaba a pensar que ninguno de los dos equipos se estaba jugando nada, el partido transcurría sin sobresaltos aparentes. Hasta que el Inter frotó la lámpara de su genio. Su calidad sólo es equiparable a su carácter.
Barella convirtió una jugada intrascendente en una obra de arte. Tiró una croqueta para salir del primer regate, piso el área y allí a donde todo el mundo le entran las prisas, frenó, levantó la cabeza y envió la pelota a la escuadra izquierda de la portería. Si el Inter necesitaba motivos para pensar en las semifinales, el 23 le acababa de dar uno.
Pero el fútbol es caprichoso como el destino. En los mejores minutos de los italianos, un balón desde la derecha y un cabezazo académico de Aursnes devolvían a la vida y a la eliminatoria a un Benfica que no le había causado ninguna dificultad al Inter, hasta el momento.
UN EQUIPO INFRAVALORADO
La segunda parte fue la constatación de que la clasificación del Inter no se debe a la casualidad, sino a la causalidad. Los italianos son un equipo blindado que no permite ocasiones y que castiga con severidad el área contraria. Lautaro, DiMarco, Barella, un grupo de jugadores que no pertenece a la super élite de Europa, pero encajan como un guante en el esquema de Inzaghi.
Cuando el partido entraba en la zona trance, una combinación rápida entre Mkhitaryan, DiMarco y Lautaro Martínez acababa con las aspiraciones del Benfica en Europa. El gol del argentino dejó al equipo portugués sin corazón y el siguiente, de Correa, convirtió al Giuseppe Meazza en una fiesta que ni los goles de António Silva y Maras, ni el pitido final del colegiado lograrían silenciar. (MARCA- agencias)