Malentendió el Real Madrid que un partido sin alma, a puerta cerrada y frente a un rival desahuciado, merecía respeto. Con la tensión y la alineación descompensadas perdió dos puntos en Varsovia (ante el Legia, con el que empató 3-3), hecho que complica su clasificación y su credibilidad. Fue un empate absurdo, castigo a la frivolidad del once de Zidane.
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