Medio siglo y tres años después de aquella broma, Luis Fernando Bastida Pascuali confiesa. «A mí, no me gustaba que me llamaran así. Pero, bueno quedé con ese sello original. Era otro tiempo…», e inicia el diálogo exclusivo con RETRO FUTBOL de EL DIARIO.

Casi por cumplir 75 años, “Zorro” Bastida es una leyenda del fútbol boliviano. Su llegada al país fue en el momento que más lo necesitaba The Strongest. En el año 1979 la institución «aurinegra» se recuperaba de la fatalidad de Viloco, accidente aéreo donde perdió al 90% de su plantel y que dejó cicatrices imborrables al fútbol boliviano.

«En febrero del ’70 viajé a La Paz y ahí empezó mi felicidad total, porque conocí el país al que más agradecido estoy por la calidad de la gente. Es lo mejor que me pasó en la vida»; dice … y calla por unos minutos, recordando su pasado.

“Yo no tenía ni idea sobre la ciudad de La Paz, le preguntaba a mis compañeros que habían jugado la Copa Libertadores cómo era La Paz, cómo era Bolivia y uno de ellos (Rattin) nos dijo que vayamos tranquilos. Viajé en avión, me acuerdo que cuando el comandante anunció que estábamos por aterrizar yo mire por la ventana y no veía nada, entonces me dice un señor: ‘La Paz está en un pozo, por eso no la ve, no se preocupe que ya la va a ver’ y la vi. Quedó en mi retina por siempre”, relata.

Ahora, Luis Fernando es un hombre realizado, vive en Playa Unión, Chubut (Argentina) rodeado la hermosa y numerosa familia que formaron con Elisa, una dama paceña de origen árabe, a quien conoció en nuestro país. Con ella formó un ejemplar hogar, con tres hijos, una niña y dos varones que son futbolistas. Quique y Sergio también jugaron en Bolivia, en Bolívar.

Empero, haciendo una retrospectiva de su propia vida, rememora los chiflidos de su madre, cuando él, de muy pequeño, rehuía a los mandados de la casa para ir a patear la pelota.

“Desde que tengo uso de razón siempre jugué al fútbol, ya sea en la calle, en las canchitas de tierra de mi pueblo Rawson, Chubut. Lo que más recuerdo de mi infancia es el griterío de mis amigos, la pelota. Antes nos conocíamos todos, había torneos de barrio. Recuerdo también cuando mi mamá me silbaba para que vaya a hacer los mandados y yo no quería ir…”, dice.

Comenzó a jugar en el club Germinal de Rawson en los años ‘60, después pasó a la selección juvenil argentina. Esta incursión le sirvió de vitrina para que se probara en Banfield, Chacarita y Estudiantes. “Pero cuando estuve por Buenos Aires, fui a Boca y bastaron diez minutos para que me quede como jugador de esta gran institución de mi país”, afirma.

“Luego llegué al Tigre porque Dios lo quiso. Fue algo que Él puso en mi camino para mi felicidad. Cuando ocurrió la traumática tragedia de Viloco, Boca colaboró a la reestructuración del equipo y a mí me tocó ir”, asegura.

En Argentina, Boca fue el único club que se solidarizó con The Strongest. Por iniciativa de su expresidente, Alberto J. Armando, la institución prestó a dos de sus promesas juveniles, Luis Bastida y Víctor Hugo Romero (Romerito), para ser parte de esa reconstrucción.

“El dolor de la tragedia yo también la sentí. Cada año íbamos al Santuario de la Virgen de Copacabana para hacer bendecir nuestras camisetas y a rezar… Fue algo muy triste. De aquel tiempo, siempre la tengo presente a Marina Azcárraga QEPD y a mi gran amigo el ‘Perro’ Vargas, quien fuera quien más me ayudó. En el Día del Padre en Bolivia, siempre lo saludo. Le estoy muy agradecido a él y a su familia”, expresa.

Bastida militó en The Strongest, del año 1970 a 1973. Luego pasó a Melgar de Arequipa (Perú) el 1974 a 1975. Jugó la Copa Libertadores con Olimpia de Paraguay, luego a Tumán Deportes del norte de Perú y después retornó a The Strongest (1976), en 1977 militó en Bolívar y después volvió a The Strongest, donde tuvo una grave lesión, le fracturaron la tibia y de manera prematura acabó su carrera a los 28 años, en el año 1979.

“Entonces se me truncó el sueño. Hasta hace muy poco soñaba que volvía a jugar. Son cosas de la vida ¿no?. Dios sabrá porqué…” suspira, calla y lamenta esa predestinación.

El “Zorro” irradia confianza cuando habla; tiene envidiable facilidad de palabra para describir lo que relata, lo que connota que es un lector empedernido, sigue el fútbol desde todas sus facetas. Ama hablar de este deporte cuando está en la mesa con sus hijos y recuerda a Bolivia como lo mejor que le pasó en su vida.

“No sé cómo agradecer a toda la gente de Bolivia, personas maravillosas y trabajadoras. Ya soy un hombre grande y a veces me fallan los recuerdos, si olvido a alguien me dolería el corazón, por eso no los quiero nombrar a todos”, remarca.

Sin embargo, menciona en sus alocuciones a varios periodistas como a los desaparecidos Lorenzo Carri, Carlos Ascarrunz, Juan Carlos Costas, Mario Espinoza Fortún, Toto Ballivián, Remberto Echavarría, entre otros. Nos contó que aún tiene comunicación con Julio Mamani, Carlos Enrique Rivera y Williams Martínez.

“Confieso que soy stronguista de corazón, aunque jugué para Bolívar. The Strongest está en mis venas”, afirma.

Bastida conformó la histórica Selección Bolivia de 1978, junto a Carlos Aragonés, Lucho Galarza, Chichi Romero, Eduardo Angulo, Pablo Baldivieso, Winsor Del Llano, entre otros. El “Zorro” se naturalizó boliviano por el gran cariño que siente por nuestra patria.

Se refiere al fallecido Ovidio Mesa como a “un hermano del fútbol” y a Eduardo Angulo como el “gran capitán”.

En su primer partido para mostrarse con la camiseta “aurinegra” marcó seis goles, y toda la hinchada quedó encantada con el jugador. Para el puntero derecho la mayor alegría fue formar parte del plantel del Tigre que ganó el campeonato en 1977.

“Fue en la noche el último partido, me quede en calzoncillos, me sacaron toda la ropa, luego aparecí arriba de un taxi por El Prado paceño, no sé cómo no me enfermé estaba muerto de frío y estábamos festejando encima del techo del carro con alegría y mucha emoción”, rememora.

Bastida marcó los goles más históricos para The Strongest. Registros de su carrera comprueban que él fue el primero en anotar un tanto en el estadio “Simón Bolívar” de Tembladerani. También marcó el primer tanto en el renovado estadio “Hernando Siles”. Hizo otro en el 3 a 1 de la final entre “atigrados” y “orientistas” al inicio de la Liga.

“Siempre le marcaba goles a Bolívar en los clásicos. Por esos azares de la vida, fui a jugar al equipo archirrival de mi club. Pero volví al Tigre con más garra”, asegura.

“Siempre fue todo felicidad, gracias a Dios hice muchos goles. Me acuerdo que me subía al alambrado y el Chupa Riveros me pedía que grite a los micrófonos de algunas radios ‘huarikasaya kalatakaya’ y la gente me respondía ‘Hurra Hurra’. Lo mío fue toda alegría, jugamos una Liga plena de felicidad. Al pueblo boliviano le debo todo”, repite.

Se dice que es “colosal” aquel acontecimiento o persona que es extraordinariamente sobresaliente y para el fútbol de Bolivia, Bastida lo fue y aún lo sigue siendo, según lo demuestra la historia escrita en páginas “aurinegras”.

“Zorro” Bastida, ahora con la sabiduría de los años y la maravillosa experiencia acumulada, se constituye en un ejemplo de vida y disciplina para las futuras generaciones de futbolistas bolivianos y argentinos.

Queda en ese alambrado del “Hernando Siles” la sombra de su joven figura trepada para festejar con hinchada sus goles. Así es el “Colosal goleador” que tuvo Bolivia.

«En 1970 comenzó mi felicidad total, al llegar a La Paz”

FICHA

Nombre: Luis Fernando Bastida Pascual

Lugar de nacimiento: Puerto Madrid, provincia del Chubut (Argentina)

Fecha de Nacimiento: 8 de julio de 1948

Lugar de radicatoria actual: Playa Unión, Chubut (Argentina)

Ocupación actual: Empresario inmobiliario y de la pesca

Familia: Elisa Asbún (esposa), Luis Enrique (Quique), Alessandra Dennise y Sergio José (hijos), diez nietos.