La sutil advertencia de Murray viene a cuento del pánico desatado en los eventos deportivos desde que los activistas de Just Stop Oil -el grupo ecologista conocido por sus acciones radicales- interrumpieron el campeonato mundial de dardos, pintaron de naranja la final de rugby en Twickenham y pararon el autobús del equipo de crícket Inglaterra en los «Ashes». Y eso por no hablar de la disrupción causada en el Grand National por otro grupo, Animal Rising, en protesta por los malos tratos y las muertes de los caballos en accidentes.
La «primicia» la anticipó hace varias semanas el tabloide conservador The Sun, que se la tiene jurada a los «ecozealots» («ecofanáticos»). Fuentes cercanas al grupo revelaron su intención de enviar a Wimbledon a varios miembros con la intención de adherirse con pegamento a la pista o asaltar incluso la silla del juez de pista. Pues bien, este miércoles los presagios se han cumplido, y a pesar de toda la vigilancia los activistas irrumpieron en el partido entre Sho Shimabukuro y Grigor Dimitrov en la pista 18 y lanzaron confeti de color naranja y cientos de piezas de rompecabezas sobre la hierba. El juego estuvo interrumpido durante varios minutos y los autores de la intervención -la profesora de 68 años Deborah Wilde y el músico de 66 Simon Milner- abandonaron la pista entre las quejas de los espectadores.
COLAS DE HASTA DIEZ HORAS
La respuesta no se hizo esperar, y el All England Club decidió imponer un «cerrojazo de seguridad» en las entradas similar al de los aeropuertos, lo que provocó colas de hasta diez horas el primer día y sonoras protestas entre los espectadores (que han llegado a pagar hasta 11.000 euros en la reventa).
Varios policías de Scotland Yard se camuflaron de paisano en las colas a la busca de sospechosos. La lista de sustancias prohibidas a la entrada se extendió hasta la incluir las cremas solares, los desodorantes y las botellas metálicas. La vigilancia se ha extremado también dentro del recinto, por donde llegan a desfilar a diario hasta 10.000 personas.
La lluvia pertinaz no faltó a su cita anual en el segundo día de Wimbledon. El mal tiempo tuvo también un efecto disuasorio sobre los activistas, que brillaron por su ausencia, aunque nunca se sabe. Andy Murray, que parece estar muy al corriente, se teme que Just Stop Oil aguarde a un momento de máxima audiencia televisiva por la tarde, en vez de «atacar» por la mañana: «Pienso que hay una alta probabilidad de que algo ocurra».
EL ACUERDO CON BARCLAYS
Las probabilidades se han disparado por el reciente acuerdo de Wimbledon con Barclays, el nuevo espónsor, en sustitución del HSBC. Los grupos ecologistas han «señalado» al Barclays por intentar hacer «greenwashing» con el torneo, mientras destina el equivalente a 34.000 millones de euros en los últimos dos años a compañías petroleras como Exxon-Mobil, Shell o TotalEnergies.
«Barclays está financiando y sacando beneficio del caos climático, y aceptar su patrocinio es un manera de aprobar sus acciones», declaró Richard Curtis, fundador de Make My Money Matter y coautor del informe «Banking on Climate Chaos». «Con gran respeto y amor hacia Wimbledon, y hacia figuras como Billie Jean King o Andy Murray, la decisión de ir de la mano de Barclays es una mala jugada».
La actriz Emma Thompson, la artífice del Acuerdo de París del cambio climático Christiana Figueres y la diputada del Partido Verde Caroline Lucas figuran entre los firmantes de una carta dirigida al All England Lawn Tennies Club para que reconsidere su postura. Greenpeace y Gobal Witness figuran entre las asociaciones firmantes. (EL MUNDO)