Apenas tres semanas después del inicio de año, al menos 15 niños han muerto en incidentes relacionados con armas explosivas y municiones sin detonar. Otros 15 niños han resultado heridos. El último episodio ocurrió el pasado jueves, dos niños, de 1 y 10 años, que murieron en un ataque en Hama. Otro niño resultó herido.
En el noreste, la violencia aumentó en el campamento de Al Hol, donde más de dos tercios de la población son niños, poniendo en riesgo sus vidas y resaltando la necesidad de soluciones a largo plazo, incluyendo la repatriación o reubicación de los niños extranjeros que se encuentran allí varados.
En Hasaka, los servicios básicos y la infraestructura civil continúan siendo atacados.
El suministro de la estación de Aluk, una fuente principal de agua para casi medio millón de personas, se cortó nuevamente a principios de esta semana. Las interrupciones en el suministro de agua obligan a la población civil a depender de agua no potable que expone a las personas, en particular a los niños, a contraer enfermedades potencialmente mortales transmitidas por el agua.
En el noroeste, el duro tiempo invernal, que incluye lluvias torrenciales y nieve, ha afectado a al menos a 22.000 personas. Más de dos millones de personas siguen desplazadas y viven en tiendas de campaña, refugios y edificios destruidos o sin terminar. Esta misma semana un niño de seis años murió cuando un muro construido en torno a su tienda cayó sobre él en medio de inundaciones y nevadas.
Los niños y las familias en Siria han sufrido mucho durante la última década, y "todavía no se vislumbra un final", según el Fondo, que estima en al menos 4,7 millones los niños necesitan ayuda humanitaria, según el Fondo.
"El aumento de la pobreza, la escasez de combustible y la subida de los precios de los alimentos están obligando a los niños a dejar la escuela para trabajar. Cada semana, la rápida propagación de la pandemia de Covid-19 hace que sea más difícil para las familias sobrevivir y brindar incluso educación básica y protección a sus hijos", lamenta la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore.
"Unicef y la comunidad internacional en general siguen trabajando incansablemente para prestar ayuda, pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos financiación. Necesitamos un mejor acceso. Y lo más importante, necesitamos que todos protejan a los niños y los mantengan fuera de peligro. La violencia en Siria debe terminar", concluyó. (Europa Press)