El anterior récord (28,33) también era suyo. Además, ha pulverizado el de 100 (12,90) y el de salto de longitud dos veces: 4,11 y 4,36 metros. Su pasión por el atletismo llegó tras el accidente de tráfico. Antes hacía hípica, jugaba al tenis y salía con la bici, pero nada de tartán. “Empecé por aprender a correr otra vez y así luego poder elegir otro deporte porque todos requieren agilidad y rapidez. Pero me gustó y decidí quedarme”, explica.
Pasó un tiempo hasta que se puso por primera vez las prótesis de correr. “Desde el accidente hasta que acepté mi situación pasó un año. Estuve nueve meses en silla de ruedas. En ese tiempo de terapia, gracias a la ayuda de psicólogos, psiquiatras, médicos, familia y amigos descubrí que, aunque había perdido los pies, tenía una segunda oportunidad en la vida. Cambié el chip y empecé a disfrutar de lo que tengo en lugar de pensar en lo que he perdido”, explica.