El hallazgo muestra que estas explosiones, llamadas pulsos de radio gigantes, liberan mucha más energía de lo que se sospechaba anteriormente.
Un púlsar es un tipo de estrella de neutrones que gira rápidamente, el núcleo aplastado del tamaño de una ciudad de una estrella que explotó como una supernova.
Además, una estrella de neutrones joven y aislada puede girar docenas de veces por segundo, y su campo magnético giratorio alimenta haces de ondas de radio, luz visible, rayos X y rayos gamma. Si estos rayos pasan por la Tierra, los astrónomos observan pulsos de emisión en forma de reloj y clasifican el objeto como un púlsar.
Situada a unos 6.500 años luz de distancia en la constelación de Tauro, la Nebulosa del Cangrejo y su púlsar se formaron en una explosión de supernova. La estrella de neutrones gira 30 veces por segundo, y en longitudes de onda de radio y rayos X se encuentra entre los púlsares más brillantes del cielo, informa la NASA.
De los más de 2.800 púlsares catalogados, el pulsar del Cangrejo es uno de los pocos que emite pulsos de radio gigantes, que ocurren esporádicamente y pueden ser cientos o miles de veces más brillantes que los pulsos regulares. Y después de décadas de observaciones, solo se ha demostrado que el Cangrejo fortalece sus pulsos de radio gigantes con emisiones de otras partes del espectro.
Estos refuerzos, que antes se veían en luz visible, ahora se han detectado en rayos X por primera vez. Entre agosto de 2017 y agosto de 2019, los investigadores utilizaron NICER para observar repetidamente el pulsar del Cangrejo en rayos X. Mientras NICER (Neutron star Interior Composition Explorer) observaba, el equipo también estudió el objeto utilizando al menos uno de los dos radiotelescopios terrestres de Japón.
El equipo combinó todos los datos de rayos X que coincidieron con pulsos de radio gigantes, revelando un aumento de rayos X de aproximadamente un 4% que ocurrió en sincronía con ellos. Es notablemente similar al aumento del 3% en la luz visible asociado con el fenómeno, descubierto en 2003.
Los investigadores dicen que la energía emitida total asociada con un pulso gigante es de decenas a cientos de veces más alta que la estimada previamente a partir de los datos ópticos y de radio solamente. (Europa Press)