"El síndrome de Estocolmo forma parte de la familia de conceptos usados para representar personas violadas y oprimidas", añadió. Y tiene raíces anteriores al caso de Suecia.
"Básicamente viene de varias líneas de pensamiento combinadas por Ana Freud en su artículo de 1940 sobre la identificación con el agresor", señaló Wade.
Sigmund Freud trabajó con niños abusados y Ana, su hija y fundadora del psicoanálisis infantil, llegó a la conclusión de que un niño tratado violentamente internalizaba esa violencia y simpatizaba con el agresor. Para ella, se trataba de un mecanismo de defensa.
"La idea psicoanalítica era que cuando la gente está abrumada por el miedo, inconscientemente regresa a una etapa infantil y se empieza a identificar con el agresor, pues es quien les da vida. Ideas relacionadas con estas pueden encontrarse en algunas formas de pensamiento marxista para explicar la razón por la que el proletariado no se levanta contra sus opresores", señaló.
En todos esos casos, son las víctimas las que están actuando irracionalmente en contra de sus intereses. La versión remozada de estas teorías, el síndrome de Estocolmo, se filtró en aún más campos.
En la década de 1990 se convirtió en una forma de explicar la conducta no solo de rehenes o el proletariado, sino de las víctimas de abuso doméstico, que no quieren o pueden dejar a sus agresores. Algo que ha sido vehementemente rechazado.
"Para quienes no entendían por qué una mujer no actuaba como pensaban que debería hacerlo y tenían una comprensión muy limitada sobre el abuso doméstico, fue una manera fácil de explicar una situación increíblemente compleja que puede tener múltiples y calidoscópicas razones", dijo Jess Hill, autora del premiado libro "Mira lo que me hiciste hacer".
"En una relación íntima, que es muy distinta a una situación de secuestro con un extraño, la idea del síndrome de Estocolmo es absurda. Hay principios de apego en juego. Está el hecho de que el momento de la partida es el más peligroso. Usualmente dependen económicamente de sus agresores... hay mucha gimnasia mental que a menudo resulta en que las mujeres concluyen que no tienen otra opción más que quedarse", opinó Hill. Ni siquiera, alegan muchos.