A cinco meses de las elecciones presidenciales en Nicaragua, la justicia del país centroamericano ha detenido a más de una docena opositores y precandidatos a los que acusa de cometer presuntamente actos que atentan contra la soberanía nacional, planteando serias dudas sobre la legitimidad de los comicios y generando reacciones internacionales. (CNN)
La comunidad internacional está a la expectativa por lo que acontezca en el próximo noviembre, ante un accidentado panorama electoral.
Para bien y para mal, la figura del presidente nicaragüense Daniel Ortega está indisolublemente ligada a la de Anastasio Somoza, a quien ayudó a expulsar del poder el 19 de julio de 1979. En el país muchos piensan que el viejo comandante sandinista cada vez se parece más al tirano al que ayudó a derrocar, publicó BBC.
Aunque existen sectores que se muestran más cautos sobre la situación en el país centroamericano.
El analista internacional, Pablo Jofré Leal, critica, cómo un país tan pequeño puede ser un peligro para Estados Unidos, esto es simplemente la utilización de una política hostil presentando a Nicaragua como un país no democrático.
A pocos meses de las elecciones presidenciales, la política de presión contra esta nación es parte de la estrategia para concretar un golpe suave, como suele hacerlo EEUU contra los gobiernos que le incomodan en su afán de generar una política hegemónica sin contrapeso, afirma el autor.
No cabe duda que el gobierno de Ortega tiene una difícil labor: generar un amplio diálogo nacional respecto a proyectos y acciones que afectan a la población y que el gobierno inteligentemente debe atraer el apoyo social: la construcción del canal interoceánico por una empresa china. Aminorar los costos sociales y ambientales de la actividad extractiva, en particular minera, que casi ha duplicado la superficie concedida. Generar una política de cuidado respecto a los monocultivos y la actividad ganadera que dejan réditos económicos pero que afectan a las comunidades. Y finalmente atacar con fuerza todo atisbo y realidad de corrupción exigido por la sociedad y que suele carcomer los apoyos de la población.
El gobierno de Ortega debe profundizar en reformas sociales que permitan satisfacer las necesidades sociales y ello implica transitar por una vía que no sea sólo mantener un modelo que en otros países de nuestra América han demostrado sus falencias, concluye Jofré en las partes sobresalientes del artículo publicado por Telesur.
La socióloga Elvira Cuadra Lira afirma que la crisis social y política nicaragüense se agudizó con la pandemia de Covid-19 y sus efectos económicos. En la sociedad crecen las expectativas de resolverla de cara a las elecciones que se realizarán a fines de este año. Daniel Ortega y Rosario Murillo siguen asediando a una oposición que, sin embargo, no consigue unificarse. (Agencias)