No ha vuelto porque nunca se fue, tampoco ha despejado dudas porque nunca las hubo, pero sí ha conseguido hacer la enésima demostración de resiliencia y espíritu competitivo. Rafael Nadal cierra la semana con un nuevo título en su palmarés, el del ATP 250 Melbourne 2022. Pocas veces un evento de esta categoría supo también a un jugador como el español, que después de estar casi seis meses en el dique seco y superar el COVID hace apenas unas semanas, ha presentado sus credenciales a hacer algo importante en el Open de Australia 2022. El resultado de la final fue de 7-6 (6) 6-3 ante un jugador muy incómodo como Maxime Cressy.
Una de las cosas más complicadas para una leyenda como Rafa Nadal es el hecho de aceptar verse jugando muy debajo de su mejor nivel.
Vencer a la frustración y la ansiedad es algo que solo unos pocos privilegiados pueden hacer, pero construir poco a poco y de forma tan sólida como lo hace el español resulta algo casi jamás visto. Su tenis se recompone después de cada caída como si de una estructura de Lego se tratara, en la que la paciencia hace que encajen todas las piezas a la perfección. La construcción está aún a medio hacer, pero Nadal ha logrado unos buenos cimientos con este título. Sus rivales no han sido de especial enjundia, pero nada más difícil esta semana que vencer a sus propios miedos, sus inseguridades y el desasosiego que podría producirle no jugar a su mejor nivel.
Con una fuerza mental solo a su alcance, Nadal levanta un título en Melbourne, que pretende sea el preludio de lo que se avecina en unas semanas. Rafael Nadal suma el 89º título a su cuenta particular y mira con mucho optimismo lo que pueda ocurrir en el Open de Australia 2022.
89 títulos tiene en su haber el tenista mallorquín, quien va por más en el Abierto de Australia.
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