El Diario
Publicado Jueves, 01 de Diciembre de 2022.
Atribulada por caer en el cuarto partido en los últimos siete Mundiales, México se fue de Qatar en el tercer encuentro de la fase de grupos. Se ahogó en la orilla el equipo que dirige Tata Martino, que ganó a Arabia Saudí, le marcó dos goles, pero se quedó a uno de la clasificación en una triste epopeya que puede significar el final del técnico argentino al frente de uno de los banquillos más calientes del mundo. En la comparación con pasadas actuaciones sale perdiendo Martino, pero la sensación es que México no sólo ha perdido nivel respecto a citas pasadas sino que vuelve a penar por la inexperiencia de sus futbolistas en Ligas más competitivas que la azteca. Siete jugadores de la competición local comenzaron el partido en el equipo que se alineó en una cita decisiva que acabó en fiasco a pesar de los merecimientos finales, de un postrero bombardeo que llevó hasta 25 la cifra de remates intentados, casi la mitad de ellos entre palos.
A veinte minutos del final, y la expectativa de un añadido generoso, el graderío mexicano entró en ebullición. La tricolor vencía por 2-0 a Arabia y desde el duelo entre Polonia y Argentina llegaron las noticias que abonaban el escenario más retorcido, un marcador idéntico favorable a los chicos que dirige Lionel Scaloni y que llevaba la resolución del grupo al penúltimo supuesto de desempate, el que favorecía a quien menos tarjetas amarillas acumulase entre polacos y mexicanos. Los aztecas llevaban dos más, así que después de remar como titanes para regresar al Mundial cuando ya todos les aguardaban de salida se abocaron a que un nuevo gol, suyo o argentino, les llevase a octavos de final.
México jugó con fe y con pasión. Seguramente le falta el talento de otros combinados de pasados Mundiales, pero con el agua al cuello se desató los corsés, aparcó el lastre de las desmesuradas expectativas que siempre rodean al equipo y se lanzó a por Arabia, un equipo que si algo había demostrado en partidos anteriores era vigor y nervio. Contra México, cuando sabía que un triunfo le daba una clasificación histórica a la siguiente fase del campeonato, el equipo saudí se diluyó. Lo hizo además ante un graderío en el que su gente era mayoría. Con todo, se marcha tras dejar un buen regusto. Ha sido incapaz de hacer valer su sorprendente triunfo inicial ante Argentina, pero elevó el nivel respecto a pasadas comparecencias mundialistas, en las que no había pasado de paria.
Arabia se cayó ante el empuje mexicano, ante un equipo que partió mandón, bajó el ritmo, pero se disparó con dos goles casi consecutivos en el inicio de la segunda parte. Todo ocurrió en un ejercicio futbolístico arrebatado, un frenesí pasional en el que un equipo que había transitado por sus dos primeros partidos sin marcar gol generó opciones de todos los colores. A los árabes les dolió en especial la estrategia y las transiciones. La pelota parada fue un filón para los mexicanos, que en cada saque de esquina olfateaban el gol. Lo encontraron en uno que tocó casi a ras de suelo el central Montes y remachó Henry Martín. Poco después el zurdo Chávez colocó un libre directo en la escuadra y todo se agitó.
Arabia abdicó en ataque. No encontró caminos con la pelota, pero se aplicó para guardarse de una goleada y México lo sufrió porque ni las cuentas le salían ni Argentina les hacía un favor ni el videoarbitraje validó dos goles que llegaron tras sendas posiciones antirreglamentarias. Con el equipo volcado, Arabia encontró un magro consuelo con un gol de Aldawsari que nada cambió para los mexicanos: si marcaban estarían en octavos. Pero no fueron capaces de hacerlo.
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