Gales, que había sufrido la expulsión del arquero Wayne Hennessey en el minuto 87, se salvó primero en dos tiros a los palos pero acabó sucumbiendo con goles de Roozbeh Cheshmi en el minuto 90+8 y de Ramin Rezaeian en el 90+11, que desataron la euforia de la abundante afición iraní en el estadio Ahmad Bin Ali de Doha (45.000 espectadores).
El equipo de Gareth Bale, tan gris como el resto de sus compañeros, está obligada a vencer en la última jornada a Inglaterra para aspirar a su primera clasificación a unos octavos de un Mundial, donde no competía desde 1958. «Estamos destrozados. No hay otra forma de decirlo», declaró Gareth Bale.