La Habana.- Los cubanos se despertaban el año pasado preguntándose dónde podían encontrar productos básicos como leche, cerdo, arroz, frijoles, medicinas o champú. En estos días, también se preguntan: «si lo hago, ¿cuánto me costará?», en medio de una fuerte inflación.
En medio de una escasez generalizada, Cuba dependiente de las importaciones y casi en bancarrota ha aumentado las ventas de bienes en monedas convertibles como el dólar durante el último año, incluso cuando dejó cambiar pesos por esas monedas.
Eso ha obligado a muchos cubanos a adquirir monedas convertibles en el mercado negro, donde ha subido hasta tres veces la tasa oficial desde que el gobierno devaluó drásticamente el peso en enero.
Como alternativa, los cubanos deben comprar los productos «a precios aún más altos en pesos a los revendedores», dijo el economista cubano Omar Everleny.
Muchos productos simplemente ya no se venden en tiendas de pesos a pesar de que ahora hay miles de millones de pesos en circulación.
El resultado de la dolarización, la escasez y la devaluación: los precios se han disparado y la inflación probablemente llegará a un mínimo del 500%, y hasta al 900% este año, según Pavel Vidal, un execonomista del Banco Central cubano que labora en la Universidad Javeriana en Cali, Colombia.
«Cada día se vuelve mucho más difícil porque los precios de todo siguen subiendo», dijo Arisleidis Blanco, quien trabaja en una cafetería privada en La Habana.
El gobierno de Cuba culpa en gran medida a las sanciones producto del embargo de Estados Unidos, que se intensificaron durante el mandato del expresidente Donald Trump, ya la pandemia de coronavirus que ha devastado la industria turística local.
Algunos críticos dicen que el problema principal es la ineficiencia de la economía estatal, a pesar de algunas reformas.
El Estado retuvo su tarjeta de racionamiento al estilo de la Segunda Guerra Mundial que ofrece algunos productos altamente subsidiados. También aumentó los salarios y pensiones estatales, hasta cinco veces, cuando devaluó el peso en alrededor de un 95% en un intento por amortiguar el golpe.
Pero eso cubre solo alrededor del 60% de la población y deja a muchos cubanos luchando por navegar con precios tremendamente fluctuantes para cubrir sus necesidades.
«El Gobierno solía vender tubos de luz LED por 30 pesos», dijo la empleada estatal de panadería Ana Rebeca Labrada. «En el mercado informal cuestan entre 400 y 500 pesos y no hay ninguno en las tiendas del gobierno, ni siquiera ahora para la moneda convertible».
MERCADO INFORMAL
El gobierno cubano sostiene que no hay dinero en el banco para cambiar o importar los bienes y venderlos por pesos que no se pueden cambiar fuera del país para comprar más.
La economía doméstica se redujo un 11 por ciento el año pasado después de años de estancamiento y, según los economistas cubanos, ha seguido cayendo en lo que va de 2021.
Además, la inflación debería ser solo un traspié temporal, dicen las autoridades, y la economía se recuperará a medida que la pandemia ceda y las reformas arrojen resultados. La devaluación, por ejemplo, tiene como objetivo impulsar las exportaciones y reducir las importaciones en el mediano plazo.
Sin embargo, eso es poco consuelo para los cubanos que luchan por comprar productos básicos a medida que los casos de Covid-19 alcanzan nuevos máximos.
Economistas como Everleny dicen que el embargo de Estados Unidos es real, pero el gobierno necesita implementar reformas largas atrasadas para impulsar la oferta. Hasta entonces, el mercado informal, y con él los precios en alza, continuarán floreciendo.
La semana pasada, el Estado vendía arroz solo en la tarjeta de racionamiento a 10 pesos la libra y en el mercado informal a 60 pesos, dijo Miriam, una residente de La Habana.
Una botella de aceite de cocina de 50 pesos costaba 200 pesos y un paquete de perros calientes 80 pesos en comparación con los 27.50 pesos disponibles en las tiendas, agregó. La leche en polvo se raciona para niños y ancianos a 2,5 pesos la bolsa y se vende a 300 pesos en la calle, Dijo. (Reuters)