En el texto final, el G7, como ejemplo de la defensa de los «valores humanitarios» del grupo, «pide a China que respete los Derechos Humanos y las libertades fundamentales» en la región de Xinjiang donde, según organizaciones humanitarias, las autoridades chinas están ordenando el desplazamiento forzado de la minoría uigur a campos de trabajo.
Asimismo, el G7 pide también al Gobierno chino que respete «los derechos, libertades y el alto grado de autonomía de Hong Kong que figura en la Ley Básica del territorio», la normativa legal promulgada con su devolución a China por parte de Reino Unido, en el marco de las protestas opositoras contra la Ley de Seguridad promulgada desde Pekín, que entienden como un castigo contra la disidencia.
En un texto al margen, la Casa Blanca ha puesto de manifiesto la situación en Xinjiang, aunque sin hacer referencia específica al Gobierno chino, al mencionar la «profunda preocupación por el uso de todas las formas de trabajo forzado en las cadenas de suministro mundiales, incluyendo las patrocinadas por el Estado contra grupos vulnerables y minorías; (es decir) las principales cadenas de suministro que preocupan en Xinjiang».
El propio Biden ha destacado en rueda de prensa tras la cumbre que el último comunicado del G7 no menciona a China y en cambio éste sí lo hace y ha convocado a las democracias a «competir» ante el «concurso de autócratas». En ese sentido, ha expresado su «satisfacción» por las conclusiones del G7 sobre China.
También el presidente francés, Emmanuel Macron, se ha referido a China y ha destacado que el G7 «no es hostil» con China, pero ha reconocido «diferencias» con el gigante asiático, en particular en lo que respecta al trabajo forzado. «China es un competidor económico que debe respetar las normas internacionales de comercio», ha apuntado.
Antes incluso de la publicación del comunicado, Pekín había advertido sobre «pequeños» grupos de países reunidos para decidir el futuro del mundo y sobre que ese tiempo pertenece al pasado. (Europa Press)