Soria no se vino con vueltas y decidió jugarle de tú a tú al Tigre ni más ni menos que en el Siles; demás está decir que al DT no le interesó jugar ante el puntero del torneo Clausura, al que llevaba la racha de 12 partidos invicto con 11 ganados y un solo empate. Sin complejos, Guabirá entró a ganar el partido, por lo menos a proponer fútbol y lo hizo. Soria planteó bastante bien el partido, controlando a los jugadores desequilibrantes del Tigre, con una defensa bien parada atrás con un arquero sólido como Cuéllar que a diferencia de otras veces no fue figura, porque quienes sí destacaron fueron unos obreros que puso el «loco» en el campo de juego. Atrás Amarilla y Robles tuvieron como comandante a Alejandro Meleán, quien no se limitó a defender sino a comandar también algunas jugadas de ataque. Es el referente de Guabirá, por eso es el capitán. En el medio, junto a Meleán aportaron su impronta, Juan Montenegro, Layonel Figueroa, quien está cada vez más consolidado, bien apuntalados por Martín Alaniz y Rodrigo Ruiz Díaz, el primero uruguayo y el segundo paraguayo.
Ruiz Díaz demostró su letalidad y también habilidad para superar tanto a Castillo que fue reemplazado como a Jusino, que a diferencia de otros partidos no brilló.
Soria sabía cómo frenar las bandas, y la forma de marcar a los atacantes Prost y Triverio que estuvieron incómodos a lo largo del partido. Triverio logró zafarse –de a ratos- de la marca molestosa de los «azucareros», pero no alcanzó.
Soria, el «loco» como le dicen por su fuerte temperamento, esta vez estuvo más tranquilo que de costumbre, incluso cuando se salió de sus casillas Biaggio al salir expulsado tras empujar a uno de sus asistentes, lo tranquilizó extendiendolé la mano mientras el argentino estaba zafado.
Una lección de fútbol mostró Guabirá que jugó con inteligencia y coraje, dejando establecido que en la altura también se puede ganar como ya lo han hecho otros rivales, sobre todo del exterior en competencia internacional.