Los migrantes (28 hombres, ocho mujeres y tres niños) murieron asfixiados en octubre de 2019 tras pasarse horas hacinados en un camión frigorífico mientras eran transportados desde Francia por el Canal de la Mancha. El conductor del camión, tras descubrir que habían fallecido, les abandonó a su suerte en la localidad de Grays, en Essex, después de que el vehículo llegara a la localidad de Purfleet a través del canal, a partir del puerto belga de Zeebrugge.
Los dos cabecillas han sido identificados como Ronan Hughes, irlandés de 41 años y jefe de la empresa de transporte involucrada, y Gheorghe Nica, mecánico rumano de 43 años, condenados respectivamente a 20 y 27 años de cárcel tras declararse culpables el año pasado de 39 cargos de homicidio involuntario y conspiración para traer a personas al país de manera ilegal.
Hughes alternaba entre envíos legítimos de alimentos, refrescos y vino de los almacenes de toda Europa y el contrabando ilegal de alcohol, cigarrillos y personas. Su cómplice rumano ayudó a coordinar el transporte de los migrantes y fue declarado culpable el año pasado de homicidio y tráfico de personas.
Maurice Robinson, de 26 años, el camionero norirlandés que recogió el contenedor que contenía a las 39 personas en el puerto de Essex en octubre de 2019, y que también se declaró culpable el año pasado de homicidio
involuntario y contrabando de personas, fue condenado a 13 años y cuatro meses. También ha sido condenado a 18 años de cárcel un cuarto implicado, Eamonn Harrison, de 24 años y responsable de conducir el camión desde el norte de Francia hasta Reino Unido.
Robinson confirmó haber recibido unos 30.000 euros en efectivo para transportar a los migrantes. Hughes le había indicado que abriera el remolque del camión para dar aire a los hacinados poco después de recogerlo en los muelles de Purfleet, pero descubrió que estaban todos muertos. Esperó 20 minutos antes de llamar a los servicios de emergencia.
Poco después se dio a conocer que los migrantes mandaron mensajes de despedida a su familia, sumergidos ya en un ambiente asfixiante, sin oxígeno y con temperaturas de casi 39º C.
“No tengo ninguna duda de que, como afirmó la Fiscalía, la conspiración fue sofisticada, de larga duración y rentable a la hora de traer de contrabando a estas personas vietnamitas, cuyas muertes fueron terriblemente lentas”, ha dictaminado el juez responsable de la sentencia, Nigel Sweeney, en su declaración final recogida por ‘The Guardian’.
“Hubo intentos desesperados de contactar con el mundo exterior por teléfono y romper el techo del contenedor. Todo fue en vano y antes de que el barco llegara a Purfleet, las víctimas murieron en lo que debe haber sido una muerte insoportablemente dolorosa”, añadió.