El país tiene una de las tasas más bajas de cobertura en Latinoamérica, incluso para vacunas básicas, según cifras de los organismos regionales de salud, debido a años de apagones, pérdida de personal médico y deterioro de los ambulatorios locales, que son cruciales para tales campañas.
El jueves, Venezuela dio un paso más para obtener acceso a las vacunas Covid-19 con una reunión entre los líderes de la oposición y los funcionarios de salud que puede garantizar que el gobierno del presidente Nicolás Maduro, con graves problemas de liquidez, pueda pagar las dosis.
No obstante, sin llenar los vacíos en su infraestructura de salud, será difícil llegar a rincones remotos del país, económicamente devastado.
Eso podría dejar focos de aislamiento que socavan el esfuerzo de mitigación global y aumentan el riesgo de creación de nuevas variantes, según los expertos.
Las instalaciones de almacenamiento en frío están operativas en Caracas, pero los centros de distribución regional en las capitales de los 22 estados han sido golpeados por apagones y el deterioro de las unidades de refrigeración, dijo el doctor Huniades Urbina, secretario de la Academia Nacional de Medicina.
"Entonces nada haces con tener la vacuna en Caracas y que no pueda llevarla al interior de la república", dijo Urbina en una entrevista. En los estados y las "regiones no están preparadas, en su mayoría, con la cadena de frío adecuada", agregó.
El impacto de la crisis económica hiperinflacionaria de Venezuela es evidente en las tasas de vacunación del país, muy por detrás de las de Haití en las vacunas contra el sarampión, paperas, rubéola y la hepatitis B, según datos proporcionados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
ABANDONADOS
Los expertos en salud dicen que este fue el resultado de años de declive del sector de la salud, incluida la pérdida de personal calificado debido a la migración masiva, presupuestos inadecuados para las campañas de vacunación y el abandono de ambulatorios en áreas rurales.
El colapso económico de Venezuela ha provocado la migración de unos 5 millones de personas desde 2015, y la situación sobre el terreno ha empeorado en los últimos años.
Para 2017, la vacunación se había reducido tan drásticamente que Venezuela sufrió un brote de sarampión que solo se controló mediante una importante campaña de la OPS destinada a garantizar que no se propagara a Brasil.
El gobierno de Maduro culpa de su situación actual a las sanciones estadounidenses que paralizaron las exportaciones de petróleo y dificultaron la importación de bienes y materias primas.
Además, el Ministerio de Información no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.
La escasez de combustible es ahora tan grave que pocas personas pueden permitirse viajar en un país donde la gasolina fue casi gratuita durante años.
Las ciudades provinciales han sufrido apagones mucho más frecuentes desde que un corte de energía en 2019 paralizó el país durante casi un mes.
Una organización humanitaria local ha denunciado una campaña sistemática de intimidación de los trabajadores humanitarios que generó críticas de la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, socavando la confianza entre los aliados cruciales en el esfuerzo por conseguir y distribuir la vacuna.
El doctor Alberto Paniz-Mondolfi, médico y profesor de patología en el Hospital Icahn-Mt Sinai en Nueva York, dijo que cuando hizo su residencia hace 20 años, incluso los puestos de salud en remotas puntos del Amazonas estaban completamente equipados para campañas de vacunación.
"No tienes refrigeradores en las clínicas ambulatorias. No tienes, no tienes acceso seguro al hielo seco", dijo Paniz-Mondolfi, quien huyó de Venezuela en 2019 tras ser amenazado por funcionarios del gobierno tras su investigación sobre el resurgimiento de enfermedades infecciosas prevenibles.
"Vas a cualquier comunidad en Venezuela, una comunidad remota en las provincias, la mayor parte de la red ambulatoria ha cerrado", agregó. (Reuters)