El equipo de Diego Pablo Simeone dependía de sí mismo, pero la goleada (0-4) del Oporto al Brujas dejó claros los deberes en el Cívitas Metropolitano. El Atleti fue valiente, jugó al ataque y tuvo sus ocasiones, pero regaló en los dos goles y no tuvo gasolina para el arreón final con el que evitar la eliminación. No hubo la épica de otras veces, fue algo más allá. La fe rojiblanca resucitó incluso con el pitido final, ya que en la última jugada, el árbitro pidió a los jugadores que no se retiraran por un posible penalti.
Clément Turpin señaló la infracción de Hincapié y Carrasco se pidió el lanzamiento que detuvo el meta rival, después Saúl mandó el rechace al larguero y Reinildo también falló. Un disgusto de ‘Champions’, tan cerca, pero tan lejos.
El Metropolitano había recibido a los suyos con ambiente de noche grande y los jugadores apretaron. Sin embargo, el ganar o ganar subió las pulsaciones rojiblancas y precipitó el juego local, además de provocar un par de errores que castigó el Bayer con dos goles. (Europapress)