Los descubridores de este australopithecus de 3,67 millones de años de Sterkfontein, Sudáfrica, sugirieron que la curvatura significativa de su antebrazo es el resultado de una caída de un árbol durante la infancia. Argumentaron que este australopithecus temprano sufrió una curvatura plástica aguda del antebrazo, una deformidad común en los niños pequeños después de sufrir una caída traumática sobre una mano extendida, ya que los huesos juveniles son más elásticos que los de los adultos.
Investigadores de UC Riverside, Chaffey College y la Universidad de Nueva York probaron esta hipótesis utilizando un análisis de forma elíptica de Fourier en una amplia muestra de simios, homínidos y humanos modernos. Además, los investigadores incluyeron casos clínicos de humanos que presentaban esta patología en sus comparaciones.
La nueva investigación publicada en el Journal of Human Evolution muestra que la curvatura extrema del antebrazo 'Little Foot' se parece más a los orangutanes y refleja un grado natural de curvatura observado en otros simios y varios otros homínidos tempranos.
Tal curvatura es una característica anatómica normal entre los simios existentes y muchos homínidos primitivos y se cree que es una reacción a comportamientos en los que la extremidad anterior se usa habitualmente en la locomoción.
Se encontraron resultados similares en otros fósiles tempranos, incluido el homínido más antiguo, Sahelanthropus tchadensis (fechado en más de seis millones de años), cuya curvatura del antebrazo era muy similar a la de los gorilas. Por lo tanto, parece que la extremidad anterior de Sahelanthropus y Little Foot no se había emancipado por completo de un papel en la locomoción, según el nuevo estudio, liderado por científicos del Chaffey College. (Europa Press)