Maracay (Venezuela).- Después de horas de espera afuera del centro de vacunación contra el coronavirus en la ciudad venezolana de Maracay, cientos de adultos mayores que se habían alineado para recibir su dosis rompieron a gritar: «Queremos respuestas».
Algunos habían llegado tras haber sido notificados por mensaje de texto a través del llamado sistema Patria, o el de ayudas gubernamentales, que ha sido criticado como una herramienta de discriminación política, mientras que otros se enteraron por el boca a boca.
Muchos dijeron que no entendían por qué la fila no se movía y cómo las autoridades estaban decidiendo quién entraría. Una docena de personas con afecciones médicas como hipertensión o asma simplemente se alejó, harta de la confusión.
Parados o sentados en bancos plásticos traídos de sus casas, con paraguas para protegerse primero de la lluvia que cayó esa mañana del martes y luego del fuerte sol, cientos de ancianos aguardaban en fila desde la madrugada en una acera al lado de la sede de la Secretaría de Salud de Aragua, el estado cuya capital es Maracay, a unos 119 kilómetros al suroeste de Caracas.
«Estoy aquí desde las cinco de la mañana, me dicen que espere, que espere», dijo Jesús Estanga, de 75 años.
«Esto es una mamadera de gallo (burla)», agregó en medio de un grupo de personas que intentaba conseguir respuestas de dos policías y media docena de funcionarios de la gobernación que custodiaban la entrada.
El gobierno del presidente Nicolás Maduro puso en marcha el mes pasado una de las campañas de vacunación más retrasadas de la región, que sigue siendo objeto de quejas de los ciudadanos y críticas de los expertos médicos que dicen que carece de transparencia.
Las autoridades dijeron que esperan vacunar al 70% de los 28 millones de venezolanos a fin de año, aunque aún se desconoce en detalle el plan de vacunación y el total de dosis administradas en jornadas en las que impera la confusión, largas esperas y denuncias de pagos de sobornos para saltarse la espera, algo que Reuters no pudo constatar.
A Venezuela han llegado unas 3 millones de vacunas rusas y chinas desde febrero, según portavoces gubernamentales. En abril, las autoridades anunciaron que pagaron para acceder al mecanismo Covax, pero esta semana la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, dijo que unos pagos habían sido «bloqueados».
Covax no respondió de inmediato una solicitud de comentarios. La Academia Nacional de Medicina ha pedido a las autoridades investigar la supuesta existencia de un mercado negro de venta de vacunas en el que, según denuncias en las redes sociales, las personas se aplican las dosis en sus casas o en apartamentos y pagan en dólares. La Fiscalía General no ha respondido públicamente esa solicitud.
El proceso de administrar las dosis en Maracay el martes era tan confuso que personas de la tercera edad, afiliadas o no al sistema Patria, en el que de acuerdo al gobierno están registrados unos 20 millones de venezolanos, eran indistintamente aceptadas o rechazadas al ingreso del centro.
Otros que llegaron en silla de ruedas, con bastones o muy ancianos, eran ingresados sin hacer fila, siendo seleccionados entre la larga línea por funcionarios.
Varios de los ancianos que recibieron su primera dosis de la vacuna rusa Sputnik V mostraron una pequeña ficha en la que le agendaban su segunda dosis para el 18 de junio, o en 40 días.
«Le doy gracias a Dios porque de verdad me voy a vacunar, gracias al presidente Maduro por haber traído estas vacunas», dijo Judith Moretti, 75 años, apartándose un poco de la fila para ver dónde comenzaba.
«Hay muchas personas aquí incapacitadas (…) Aquí no se ve organización. Estamos a la deriva, a lo que sea la voluntad de nuestro señor Jesucristo», concluyó. (Reuters)