Con goles de Valverde y el debutante Mbappé, los españoles obtuvieron la sexta copa que premia a los dos últimos campeones del viejo continente
El Real Madrid batió al campeón de la Europa League tal y como se esperaba, con la contundencia de un campeón con un abanico de opciones ofensivas imponente.
Kylian Mbappé festejó su estreno con la blanca firmando su primer tanto, aunque a puro fútbol deslumbraron más Vinicius, incontenible, y un tremendo Bellingham, capaz de echarse a las espaldas el juego del Madrid. La ‘BMV’ ya está aquí. Prepárense, que la temporada promete.
La solución de Jude fue la respuesta a un problema que se intuía, pero que quedó patente en el primer tiempo. Para llegar a un segundo acto brillante hubo que recorrer un camino incierto. Pareció casi irreal desde el calentamiento ver a Mbappé con la camiseta blanca. Tanto soñó el madridismo esa imagen que se sorprendió echando de menos tan pronto a Kroos.
El caso es que de inicio, al ver a un rubio con el 8 en la espalda, no se notó demasiado. Era Valverde, integrante junto a Tchouaméni de un doble pivote sin peso. Sorprendió el primer balón largo de Courtois a los extremos, y el segundo, pero al tercero ya no pareció un accidente y sí un plan. Tanto lujo arriba para no tener claro cómo hacerles llegar el balón en condiciones. En el minuto 11 charló Ancelotti con Bellingham. A los 20 bajó Vinicius a la base de la jugada, A los 35 se había ofrecido para dar salida al juego hasta Mbappé. El primer día en que Tchouaméni debía guiar la salida del Madrid, por condiciones y talento, le pesó la tarea.
Existe la tendencia también de infravalorar a los rivales por costumbre. Y eso que la Atalanta ya había asombrado a Europa hace pocos meses cargándose a Liverpool y al (casi) imbatible Leverkusen. Además, con un equipo casi idéntico. Un equipo atrevido, presionante, con futbolistas de buen pie (Ederson o De Ketelaere) o un puñal como Lookman. En el primer tiempo dio impresión de equipo firme y más cuajado, aunque tampoco generó muchas ocasiones. La más clara fue un desvío a un centro que Militao colocó en la escuadra de Courtois. Poco bagaje para controlar el guion del partido.
También existe la certeza de que el Madrid es capaz de aplastar a cualquiera con un solo golpe. En un primer tiempo sin fútbol acudió Vinicius al rescate para poner tres balones extraordinarios. En el primero entendió el primer desmarque de ruptura de Mbappé, buena señal. En la segunda también leyó de escándalo el desmarque de Bellingham a su espalda, a lo Kroos. Y al tercero, asomándose al balcón del descanso, al controlar en la frontal, donde la mayoría se ofuscan, y servir un pase de exterior exquisito que Rodrygo estrelló en el travesaño. Ocasión clarísima del Madrid para abrochar el primer acto.
Ancelotti puso pronto a calentar a Modric, Güler y Brahim, pero es hombre prudente y medita bien los cambios. En ese proceso le cogió el susto de Pasalic, que saboreó el 0-1 con un cabezazo cruzado a la escuadra. Se lo arrebató Courtois con un guantazo, a mano cambiada. Primer milagro de la temporada. De vuelta de vestuarios era un Madrid más partido, pero más valiente. Tchouameni se incrustó entre centrales y se activó Bellingham como arquitecto del juego. Clic. Y empezó a funcionar. El inglés recordó al de hace un año, mejorando cada jugada. Estuvo en la construcción del 1-0, tras robar Mendy y abrir a la izquierda. Allí recibió Vinicius, que vale lo que reza en su cláusula. Un quiebro y se deshizo de su par en un pestañeo. Aguantó y sirvió al área para que culminara Valverde.
El 1-0 descorchó al Madrid, que pudo golear en diez minutos. Bellingham sirvió un caramelo a Vinicius que se quedó mano a mano, pero sacó Musso. Como en el córner siguiente, tras un remate envenenado de Bellingham. El inglés se coció solito otra buena ocasión con un control orientado que volvió a resolver Musso. No pudo hacer nada el meta transalpino en la siguiente, tras un gran robo de Rodrygo, conviene subrayar. Sirvió a Vinicius, se excedió en el pase al área, rescató Bellingham para servir al lugar exacto donde acudía Mbappé, dispuesto a poner purpurina a su estreno madridista. Colocó en la escuadra con potencia, como si fuera rutina. El 2-0 liquidó el primer título de la temporada pese a la orgullosa reacción de la Dea. Militao sacó una bajo palos, por poner un ejemplo, pero era una evidencia que el destino de la Supercopa estaba decidido. Entró Modric, un lujo en cada pelota que tocó, para disfrutar de más minutos que los Brahim, Ceballos, Lucas o Güler.
El Madrid impuso la lógica y conquistó el primer trofeo con una pegada descomunal. Esto no ha hecho más que empezar.
(MARCA)