Hasta finales del Siglo XX, las hemerotecas que eran edificios o dependencias donde se conservan ordenadas y clasificadas revistas, diarios y otras publicaciones periódicas para su estudio, eran la única alternativa de consulta para reconstruir la historia desde diversos puntos de vista. Con el avance de la tecnología y la digitalización de documentos a través del internet, la presencia de las hemerotecas se simplificó a un simple “click” desde un teléfono móvil o una computadora; sin embargo, el valor del documento impreso, bien conservado, ganó cuantía para enriquecer la memoria, sea escrita o en imagen, de los acontecimientos en las diferentes áreas de la vida de un país o de un rubro de actividad humana colectiva o individual.
En Bolivia existieron y existen muchas personas o instituciones que dedican su vida a coleccionar periódicos o revistas que delinean la realidad social, política, económica o cultural; pero en el caso de los deportes y de manera específica en el fútbol, la carencia de profesionales consagrados a guardar la memoria histórica a través de publicaciones, fue una falta lamentable que llevó a la injusticia de olvidar acontecimientos de real relevancia; hasta que en los años ’60 surgió la figura de un paceño, aficionado y fanático del fútbol desde la cuna. Él es Julio Mamani Ticona, quien se dedicó a guardar periódicos y revistas deportivas desde niño y que hoy por hoy, es el principal aporte para escribir la historia correcta del fútbol boliviano a través de su colección que alcanza a casi cuatro décadas de acontecimientos, personajes y grupos.
“Mi papá, Fermín Mamani, trabajaba en un taller de zapatería y también era futbolista de la Primera ‘B’. Por un lado, yo iba a los partidos a verlo y por otro lado, me gustaba acompañarlo a su trabajo porque los jugadores se hacían confeccionar los calzados deportivos con él y lo buscaban y yo tenía la oportunidad de conocerlos personalmente y obtener uno que otro autógrafo (…)”, comienza su relato.
Julio, aún con cuatro años de edad, en el año 1963, sabía que Bolivia había conseguido el campeonato Sudamericano y reconocía a las estrellas del fútbol gracias al impulso de su papá. Cuenta que él colaboraba con Don Fermín que era un gran fabricante de zapatos de fútbol en su taller la calle Linares, lugar que tenía gran concurrencia de deportistas para quienes, en la antesala, se les ofrecía revistas y periódicos de aquella época.
“Recuerdo la revista Panorama de Don ‘Cucho’ Vargas, que por entonces tenía ediciones semanales. Desde mis 10 años comencé a guardar ese material. Ya mi afición había crecido hasta el año 1969, cuando apareció el suplemento ‘Hoy Deportivo’, y mi colección se hacía cada vez más grande”, relata.
A los 16 años, Julio que hasta entonces no faltaba a ningún partido de fútbol, comenzó a trabajar como pasa-pelotas en el antiguo estadio Hernando Siles.
“Recuerdo que luego de mi trabajo, recogía los asientos de plastoformo de las tribunas para pegar ahí las conformaciones de los equipos y así también desarrollaba mi conocimiento. Luego fui tira-claves de programas deportivos. Conocí a Don Miguel Velarde, a Lalo Lafaye y a varios grandes periodistas que me guiaban y motivan para seguir como coleccionista”, relata.
El año 1984 significó – para Julio- muy importante en su vida porque comenzó su trabajo en ATB, por entonces “Paceña de Televisión” en el área de Producción. Paralelamente inició sus estudios en la carrera de Comunicación Audiovisual.
El programa “Sabadeando” con Perico Pérez y Lalo Lafaye lo animó a dedicarse de manera profunda a custodiar la memoria impresa y más aún cuando se constituyó en un estrecho colaborador de Perico, en su productora. Luego salió del país para especializarse en la producción audiovisual en Santiago de Chile. “Don Lalo Lafaye me ayudó a conseguir una beca, que la aproveché para capacitarme y apreciar mucho más mi colección que seguía creciendo”, asegura.
“Luego me conoció Toto Arévalo y me integré al equipo de Deporte Total, donde trabaje por varios años, desde el año 1994 hasta 1997”, dice.
Sin embargo y por razones económicas, pasó a formar parte de una empresa norteamericana minera, sin dejar de colaborar con el Periodismo Deportivo paceño. Ese su nuevo emprendimiento profesional lo llevó a radicar en Santa Cruz, donde forjó su futuro, que hasta ahora le permite ser un férreo colaborador del deporte, sin ganar nada material a cambio.
“Me hice mi casita en Santa Cruz, hasta el 2009 trabajé en esa empresa que luego se cerró. Ese año volví a los medios de comunicación, a la televisora PAT; aunque no estaba desligado con la gente del deporte, me di cuenta que me faltaba actualizarme, por eso renuncié. Estudié para estar acorde con la era digital y volví a Deporte Total”, recuerda.
Desde aquel año, comenzó a colaborar con sus fotos digitalizadas a los periodistas, aspecto que hasta el momento lo realiza de manera desinteresada y ad-honorem.
“Mi ganancia es que tengo más amigos, me conocen porque cuento con todo mi trabajo digitalizado. Mis revistas están intactas y las tengo en físico desde los años ‘60”.
Asegura que su colección llega hasta el año 1998 “porque la vida del periodismo cambio y ahora hay más restricciones en las canchas para los reporteros gráficos”, dice.
Julio Mamani, es hoy por hoy un ser altruista y confidente amigo de figuras del deporte; reconocido por su carácter amable y humilde. Afirma que su único interés es “ayudar a que se escriba una historia objetiva del fútbol boliviano” y con seguridad, tiene dos herramientas poderosas: su colección y su amplio conocimiento.
FICHA
NOMBRE: Julio Mamani Ticona
FECHA DE NACIMIENTO: 30 de junio de 1959
LUGAR DE NACIMIENTO: La Paz
LUGAR DE RADICATORIA: Santa Cruz y La Paz
OCUPACIÓN: Jubilado
PROFESIÓN: Comunicador audiovisual
ESTADO CIVIL: Soltero
FAMILIA: Williams Pacheco (hijo del alma)
GHILKA SANABRIA P.