El 26 de agosto de 2024 marca una fecha muy triste para Bolivia y particularmente para el ciclismo porque a las 19:00 dejó de existir el hombre que más hizo por este deporte en el país: el Rdo. Padre Jesuita Eduardo Pérez Iribarne.
Español de nacimiento y boliviano de corazón, Pérez tuvo una vida consagrada a la religión, a la comunicación social y al deporte.
En este último aspecto, realizó las más grandes contribuciones y deja un legado eterno que sirve de ejemplo para poner en lo más alto del podio a la disciplina de la velocidad sobre dos ruedas.
Fundó y creó los dos eventos más importantes del ciclismo nacional: la Doble Copacabana y la Vuelta a Bolivia, pruebas que colocaron a nuestro país en lo más alto del podio sudamericano por incentivar a varios valores de renombre internacional y siendo modelos de la organización matemática de competencias deportivas, por la disciplina y el poder de convocatoria a nivel mundial.
Gracias al Padre Eduardo Pérez, estas competiciones fueron colocadas en el calendario internacional del ciclismo.Entre la década de los años ’90 y 2.000 esta disciplina hermosa tuvo el segundo lugar en importancia en Bolivia después del fútbol. Con los eventos impulsados por el Padre Pérez, también se conoció la hermosa y privilegiada geografía nacional desde el altiplano hasta el llano, pasando los productivos valles y teniendo como centro de atención el Santuario de la Virgen de Copacabana.
Ciclistas nacionales como Óscar Soliz y Juan Cotumba surgieron de la Doble Copacabana hasta constituirse en grandes valores que llevaban en alto la tricolor boliviana hasta competencias de alto nivel internacional.
La incomparable visión y el empeño de vida del Padre Eduardo fueron reconocidas por la Unión Ciclística Internacional (UCI) y quedó como referente de perfección para el desarrollo de este deporte.
En vida, el Padre Pérez, jamás quiso que el impacto de su trabajo sea elevado al más alto reconocimiento de las entidades deportivas, siendo dirigente del deporte, autoridad y menos que un escenario del ciclismo lleve su nombre, porque él afirmaba que «todo lo conseguido era gracias a los ciclistas». Sin embargo, ahora que dejó la vida terrenal para entregar su alma a Dios, varias instituciones, deportistas y el pueblo boliviano en general piden que las autoridades de turno reconozcan su legado en la continuidad de su apoyo al ciclismo y que su nombre quede perene en nuestros escenarios deportivos, como el velódromo de Alto Irpavi, que hoy, por circunstancias penosas, está abandonado a su suerte.
¡GRACIAS PADRE PÉREZ!, el amado Curita ciclista siempre estará presente en las competencias de bicicleta y en el corazón de los bolivianos que tuvimos la suerte de estrechar su mano.
GHILKA SANABRIA