El último ridículo ha sido el de perder contra un rival menor que ni siquiera puede jugar en su país por la guerra y se ha tenido que refugiar en Hamburgo.
El 1-0 alcanzado por el Shakhtar no tiene la trascendencia del 4-0 del Liverpool o el 3-0 de Roma por no recordar el 2-8 del Bayern Múnich. El resultado puede remediarse porque los barcelonistas todavía aspiran a clasificarse para los octavos de la Champions. El escarnio, sin embargo, fue igualmente mayúsculo por la impotencia del plantel de Xavi después de dos años de ausencia en la competición por quedar eliminado en la fase previa de la Copa de Europa. (EL PAÍS)