Este nuevo llamado a las calles será decisivo para mantener la presión mientras se aguarda la decisión del Consejo Constitucional, órgano de interpretación de la Carta Magna francesa, que el próximo 14 de abril deberá validar o no la ley tras su aprobación el pasado 16 de marzo sin el voto del Parlamento.
A la espera de ese veredicto, por el momento el Gobierno se mostró inflexible respecto al mantenimiento de un texto que tiene por eje central el retraso de la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años.
“Somos muy numerosos para exigir la retirada de esa reforma injusta y llevar la movilización hasta el final, hasta que el Gobierno entienda que no hay otra salida que retirar el texto”, indicó la nueva líder de la Confederación General del Trabajo (CGT), Sophie Binet, al término del infructuoso encuentro intersindical con la primera ministra, Élisabeth Borne.
La incidencia de los paros y el nivel de asistencia a las manifestaciones de ayer ofrece un nuevo termómetro sobre si el pulso social es capaz de mantener su intensidad a pesar de los intentos del Ejecutivo por pasar la página y apaciguar al país.
Las movilizaciones se traducen en paros en sectores como la educación y el transporte colectivo, como trenes y transporte público, aunque no serán tan intensas como en ocasiones precedentes.
En cuanto a los vuelos, los aeropuertos de Marsella, Toulouse, Burdeos y Nantes recortaron un 20 % los trayectos programados, pero el parisino Orly, que sí se había visto bastante afectado en otras ocasiones, no tendrá que cancelar viajes.
También prosiguen las dificultades en el sector de los carburantes, a pesar de las movilizaciones forzosas de trabajadores esta semana para paliar los problemas de abastecimiento, una situación que se espera que vaya mejorando en los próximos días.
El Gobierno ha previsto para esta undécima jornada de protestas un dispositivo policial robusto, aunque algo menor que en otras citas.
Se desplegaron en el país 11.500 agentes, 4.000 estuvieron en París. (Infobae).