Además de los trajes, las máscaras y otros detalles fueron trabajados con mucho cuidado y meticulosamente. Sumado a eso, con el fin de mostrar su arte, los bordadores diseñaron prendas vistosas y agradables a la vista.
La elaboración de los trajes varía de acuerdo con la danza y la figura que representa, al igual que el tipo de adornos que lleva. En el caso de las máscaras, por ejemplo, las de achachi, rey moreno, lucifer y osos, son las de mayor prolijidad.
Las chinas morenas y los caporales, por lo general, llevan prendas brillosas con adornos de serpientes, arañas u hormigas, hábilmente bordadas, en su mayoría, a mano. Los bordados también se presentan en el traje de morenos, diablos, diablesas y caporales, entre otros.
En tanto que las prendas de tobas, tinku, tarqueada y otras denominadas danzas livianas, tienen menos pedrería y brillo, pero destacan por la variedad de accesorios que llevan y que tienen tonos llamativos.
A diferencia de la mayoría de los trajes que son alquilados, toda la vestimenta de las señoras de pollera: sombrero, manta, blusa, pollera, centros, zapatillas, es totalmente nueva y propia, es decir, se las mandan a elaborar exclusivamente para esa presentación.
Cada traje, según una fraterna que baila en una morenada, es confeccionado en los colores y con las figuras que representan a la comparsa que pertenece. Son mandados a hacer con bastante tiempo de anticipación y prefirió no hablar del gasto que le tuvo para participar de la entrada, aunque aseguró que lo hace por fe.