Queridos lectores, como amante de la buena comida, viajero culinario y curioso de otras culturas descubrí los soul cakes que son mucho más que simples pasteles. Son pequeños bocados cargados de historia, tradición y simbolismo que nos conectan con las antiguas costumbres de Europa. Estos dulces, tan modestos como evocadores, tienen sus raíces en el folclore y las prácticas religiosas del Reino Unido e Irlanda, donde se preparaban como parte de las conmemoraciones del Día de Todos los Santos y el Día de los Difuntos, a finales de octubre y principios de noviembre.
La tradición de los soul cakes surge en la Europa medieval, en una época en que las creencias sobre el más allá estaban profundamente arraigadas en la vida cotidiana. Los soul cakes formaban parte de un antiguo ritual cristiano llamado souling, en el cual los pobres, y más tarde los niños, iban de casa en casa pidiendo estos pequeños pasteles a cambio de rezar por las almas de los familiares fallecidos de quienes les ofrecían comida. Este acto de caridad simbolizaba la creencia de que las oraciones podían ayudar a las almas atrapadas en el purgatorio a alcanzar la paz eterna.
Los soul cakes eran simples, hechos con ingredientes básicos como harina, mantequilla, especias y pasas, a menudo marcados con una cruz en la parte superior, como un recordatorio del propósito espiritual del alimento. Su sabor, ligeramente especiado, y su textura firme pero suave, evocan la hospitalidad y el calor que caracterizaba esta tradición comunitaria de compartir y recordar a los que ya no estaban.
Con el paso del tiempo, la costumbre del souling evolucionó, y se considera uno de los precursores de la moderna celebración de Halloween. El acto de pedir soul cakes se transformó en lo que hoy conocemos como el «trick or treat», donde los niños ya no rezan por las almas, pero siguen visitando las casas pidiendo dulces. Aun así, los soul cakes mantienen un lugar especial en la historia, como uno de los primeros alimentos asociados a la festividad de Todos los Santos.
Hoy en día, prepararlos es una forma de honrar esa antigua conexión entre la comida y la espiritualidad, un recordatorio de cómo, durante generaciones, las familias se reunían en torno a la mesa para celebrar la memoria de los seres queridos. Aunque los tiempos han cambiado, el acto de hornear estos pequeños pasteles sigue siendo una oportunidad para reflexionar sobre la importancia y el valor de recordar a quienes nos precedieron.
En este sentido, los soul cakes no solo son un placer para el paladar, sino también una ventana al pasado, una forma de conectarse con las antiguas costumbres de otras culturas y de mantener viva la memoria de quienes formaron parte de su historia.
Ahora, queridos lectores, comparto con ustedes la receta, ¡que la disfruten!
SOUL CAKES
Ingredientes:
225 g de harina de trigo
100 g de mantequilla (fría, cortada en cubos)
100 g de azúcar
1 huevo
50 g de pasas (uvas pasas)
2 cucharas de leche (o más si es necesario)
1/2 cucharilla de especias molidas (puede usar una mezcla de canela, nuez moscada y clavo)
1/2 cucharadita de polvo de hornear
Una pizca de sal
Para decorar:
Azúcar en polvo (opcional)
Un poco de leche para barnizar (opcional)
Preparación:
Precalentar el horno a 180°C (350°F) y cubrir una bandeja de horno con papel pergamino o engrasarla ligeramente.
En un bowl grande tamizar la harina, el polvo de hornear, la sal y las especias molidas. Añadir la mantequilla fría y, usando sus manos o un cortapastas, mezclar hasta que la masa tenga una textura similar a migas de pan.
Incorporar el azúcar y las pasas a la mezcla de harina y mantequilla. Aparte, batir el huevo con la leche y luego verter en la mezcla de harina. Usar una cuchara de madera o sus manos para mezclar todo hasta obtener una masa suave. Si la masa está demasiado seca, añadir una cuchara adicional de leche.
Dividir la masa en pequeñas porciones (aproximadamente del tamaño de una nuez grande) y formar discos de unos 6-7 cm de diámetro y 1 cm de grosor. Colocar los discos en la bandeja preparada, dejando un poco de espacio entre cada uno.
Con un cuchillo, hacer una cruz ligera en la parte superior de cada pastelillo, como es tradicional. Esto simboliza la espiritualidad y la ofrenda en las costumbres cristianas.
Si lo desea, puede barnizar la parte superior de los pasteles con un poco de leche para que adquieran un tono dorado. Hornear en el horno precalentado durante 12-15 minutos, o hasta que estén dorados en los bordes y firmes al tacto.
Dejar enfriar los soul cakes en una rejilla. Si le apetece, puede espolvorearlos ligeramente con azúcar en polvo para darles un toque decorativo y más dulzor.
Servir:
Los soul cakes se disfrutan tradicionalmente en la época de Todos los Santos, pero son un delicioso acompañamiento para el té o el café en cualquier momento. Su textura ligeramente crujiente por fuera y tierna por dentro, junto con el toque especiado y las pasas, los hacen perfectos para una merienda.
¡Disfruten de este viaje culinario al pasado irlandés con cada bocado de estos clásicos dulces llenos de historia!
Queridos lectores hasta la próxima cucharada de sabiduría gastronómica y no olviden que:
“La gastronomía hecha con amor, física, química y biológicamente sabe mejor”
Chef Franz R. Arandia Belmonte
Gastrónomo Profesional e Investigador Gastronómico
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