Muchos son los artículos que circulan a través de las redes, en los propios medios periodísticos, sobre la necesidad de un cambio en las instituciones educativas, además de abordar las llamadas competencias blandas, que sean aplicadas mediante actividades extracurriculares e inclusive que se formalicen como asignaturas dentro del pensum que ofrecen las mismas.
Por ello resulta necesario definir varios términos:
Competencia es saber-entrar en acción, que implica saber integrar, movilizar y transferir un conjunto de recursos (conocimientos, saberes, aptitudes, razonamientos, etc.) en un contexto dado, a fin de realizar una tarea o hacer frente a problemas que se presenten.
Competencias duras son los conocimientos y aptitudes de cada persona va adquiriendo a lo largo de su formación, experiencia y actividades y que le permite desempeñar funciones específicas. Es decir, lo aprendido a través del estudio o la experiencia misma, mediante la experimentación u otras herramientas, como las tecnológicas. Son fáciles de medir o verificar a través de diversas evaluaciones.
Competencias blandas son rasgos interpersonales desarrolladas con el tiempo, como el comportamiento, desempeño social, liderazgo y manejo emocional. También llamadas no cognitivas. No son tan fáciles de medir.
Ejemplos de competencias blandas: Comunicación efectiva y asertiva, Trabajo en equipo, Emprendedor (iniciativa), Organización,
Plantear preguntas, Apoyo (colaboración), Automotivación, Tomador de decisiones, Apertura al cambio, Innovador, Pensamiento crítico, Resolución de problemas, Creatividad, Imaginación, Conciliación (negociación o mediación), Escucha, Autoconfianza, Influencia, Autogestión, Ética.
Competencias que suelen “palidecer” cuando no son abordadas y, sobre todo, puestas en prácticas, no solo en la escuela, sino también por padres, tutores, con sus hijos e inclusive en el propio seno familiar, donde de alguna manera fortalecen las relaciones entre sus integrantes. Pero, además, son mejores seres humanos con el fortalecimiento de valores, consigo mismos y con amigos, compañeros de estudio, etc.
Ante una problema como bajos resultados en el colegio, ¿no sería oportuno el desarrollo de una comunicación efectiva y asertiva (*) entre padres e hijos e inclusive entre padres y docentes?
¿Qué decir de una tarea pendiente, porque el estudiante no puede dar solución, tiene dudas y la respuesta está en la colaboración, el trabajo en equipo?
Ante un joven que miente por temor un llamado de atención que le hizo su profesor, no comunicándoselo a sus padres o simplemente ante una pregunta hecha por éstos últimos («¿cómo te va en la escuela?»), la respuesta del estudiante ha sido «bien».
¿Acaso la mejor solución no hubiera sido, además de otras competencias blandas, antes mencionadas, la conciliación, la escucha, la apertura al cambio?
Por lo visto, hay mucha tela por donde cortar al respecto.
(*) Ser asertivos significa expresar pensamientos y sentimientos de forma honesta, directa y correcta. Implica respetar los pensamientos y creencias de otras personas.
El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.