El patrón se repite en la mayoría de los casos: los rehenes secuestrados por los grupos armados se convierten en una forma de presión para obtener dinero, una especia de «moneda de cambio». El director regional de Unicef para América Latina y el Caribe, Gary Conille, subrayó en un comunicado que las mujeres y los niños no son mercancías y ve extremadamente preocupante la actual tendencia.
«Fui testigo de la increíble resistencia de los niños, mujeres y familias haitianos a medida que se enfrentan a desafíos aparentemente insuperables, negándose a rendirse», pero «su valentía se enfrenta a un terror cada vez mayor e impensable», advirtió Conille.
La concatenación de crisis en que vive sumido Haití ha llevado a que 5,2 millones de personas, casi la mitad de la población, necesite ayuda humanitaria, incluidos tres millones de niños. La red sanitaria y educativa también sufrió ataques constantes, en un escenario en el que las organizaciones humanitarias tienen dificultades para moverse con libertad por los saqueos, el bloqueo de carreteras y la presencia extendida de grupos armados, especialmente en Puerto Príncipe.
Unicef, que ofrece atención médica, apoyo psicosocial y espacios seguros, reclamó de manera urgente la liberación inmediata de todas las personas secuestradas en Haití, víctimas de secuelas físicas y psicológicas. (Europa Press)