Según explicaron los guardias fronterizos polacos, el episodio ocurrido. El Sukhoi entró sin ningún contacto previo de radio “en la zona de operaciones designada por Rumania”, y efectuó “maniobras agresivas y peligrosas, al acercarse tres veces al avión de los guardias fronterizos polacos sin la distancia de seguridad necesaria”.
En consecuencia, el aparato, un Turbolet L-410, sufrió “una turbulencia importante”, y la tripulación, compuesta de cinco personas, entre ellas dos pilotos, “perdió el control del avión y perdió altitud”.
Los guardias fronterizos polacos precisaron que el caza ruso cruzó su trayectoria a una distancia de unos cinco metros.
El portavoz del gobierno polaco, Piotr Muller, declaró al canal privado Polsat News que lo ocurrido fue una provocación planificada por parte de Rusia.
El incidente fue reportado en un primer momento por las autoridades de Rumania, que denunciaron el comportamiento agresivo del avión ruso. El ministro rumano de Defensa denunció el incidente como una nueva prueba del enfoque provocador de Rusia en el mar Negro, que también baña Ucrania.
Según Bucarest, el avión polaco, que no iba armado, vigilaba el riesgo migratorio y se encontraba a unos 60 kilómetros al este del espacio aéreo rumano, en el espacio aéreo internacional.
Las Fuerzas Aéreas de Rumanía y de España prepararon aviones de combate para asistir al avión interceptado, aunque éste logró finalmente aterrizar de forma segura en la base aérea de la OTAN Mihail Kogalniceanu, situada cerca del mar Negro.
La aeronave fue desplegada en Rumania del 19 de abril al 17 de mayo para una operación organizada por Bucarest y coordinada por Frontex, en la que también participan España y Suecia.
Aviones rusos se acercaron repetidamente a aviones de la UE y la OTAN sobre el Mar Negro desde la invasión rusa de Ucrania, lo que en ocasiones dio lugar a situaciones peligrosas. (Infobae).