El informe proporciona una evaluación preliminar de las posibles implicaciones a corto plazo de dicho conflicto para los mercados de productos básicos.
En él se concluye que los efectos serán limitados si el conflicto no se extiende. Según el pronóstico de referencia del Banco, los precios del petróleo alcanzarán un promedio de 90 dólares el barril en el trimestre en curso, antes de descender a un promedio de 81 el próximo año, a medida que se desacelere el crecimiento económico mundial.
Se prevé que, en 2024 los precios generales de los productos básicos caerán un 4,1% y los precios de los productos básicos agrícolas disminuirán a medida que aumenten los suministros. También se espera que los precios de los metales básicos caigan un 5% en 2024 y que los precios de los productos básicos se estabilicen en 2025.
Hasta el momento, los efectos en los mercados mundiales de productos básicos han sido limitados. Desde que estalló el conflicto, los precios generales del petróleo han aumentado alrededor de un 6%. Los precios de los productos básicos agrícolas, la mayoría de los metales y otros productos básicos apenas se han movido.
Las perspectivas para los precios de los productos básicos se ensombrecerían rápidamente si el conflicto se intensifica. En el informe se describe lo que podría suceder en tres escenarios de riesgo basados en la experiencia histórica desde la década de 1970.
Los efectos dependerían del grado de interrupción del suministro de petróleo. En un escenario de “poca interrupción”, el suministro mundial de petróleo se reduciría entre 500.000 y 2 millones de barriles por día, lo que equivale aproximadamente a la reducción observada durante la guerra civil de Libia en 2011. En este escenario, el precio del petróleo aumentaría inicialmente entre un 3% y un 13% con respecto al promedio del trimestre actual, y el barril pasaría a costar entre 93 y 102 dólares.
En un escenario de “interrupción media” —equivalente en líneas generales a la guerra de Irak de 2003—, el suministro mundial de petróleo se reduciría entre 3 y 5 millones de barriles por día. Esto elevaría inicialmente los precios del petróleo entre un 21% y un 35%, de modo que el barril pasaría a costar entre 109 dólares y 121 dólares.
En un escenario de “interrupción considerable” —comparable al embargo árabe del petróleo de 1973—, el suministro mundial de petróleo se reduciría entre 6 y 8 millones de barriles diarios. Esto elevaría inicialmente los precios entre un 56% y un 75%, con lo que el barril pasaría a costar entre 140 dólares y 157 dólares.
“El reciente conflicto en Oriente Medio se produce inmediatamente después de la mayor conmoción que han sufrido los mercados de productos básicos desde los años setenta: la guerra de Rusia con Ucrania”, señaló el economista en jefe y vicepresidente sénior de Economía del Desarrollo del Banco Mundial, Indermit Gill. “Eso tuvo efectos disruptivos en la economía global que persisten hasta hoy. Los responsables de formular políticas deberán estar atentos. Si el conflicto se intensifica, la economía mundial enfrentaría una doble crisis energética por primera vez en décadas, no solo por la guerra en Ucrania, sino también por el conflicto en Oriente Medio”, complementó.
“El aumento sostenido de los precios del petróleo conlleva inevitablemente la subida de los precios de los alimentos”, afirmó el economista en jefe adjunto y director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial, Ayhan Kose.
Bolivia
Los diferentes analistas económicos, así como del sector de hidrocarburos, indicaron en su momento, por separado, que Bolivia no podrá aprovechar los precios altos del petróleo en el mercado internacional como lo hizo hasta el 2014 debido a la caída de la producción de gas, pero si logrará algunos ingresos extras.
Sin embargo, afectará ese escenario mundial con precios del petróleo alto, a la compra de combustibles en el mercado regional, pues se elevarán los gastos y la subvención presupuestada para la presente gestión de 1.000 millones de dólares que será insuficiente.
A eso se suma la escasez de dólares, situación que viene enfrentado la región y se refleja en cisternas varadas en diferentes países.
Si el conflicto se intensifica, los responsables de formular políticas en los países en desarrollo deberán tomar medidas para gestionar un posible aumento de la inflación general. Dado el riesgo de una mayor inseguridad alimentaria, los Gobiernos deben evitar las restricciones comerciales, como las prohibiciones a la exportación de alimentos y fertilizantes, ya que este tipo de medidas suele intensificar la volatilidad de los precios y la inseguridad alimentaria. También deben abstenerse de introducir controles y subsidios de precios en respuesta al aumento de los precios de los alimentos y el petróleo, señala parte del boletín de prensa del organismo internacional.