La deforestación, los incendios y la contaminación de ríos frenan el desarrollo económico de Bolivia, pues la gente no puede aprovechar la madera y afecta a la provisión de agua, los cultivos se consumen por las llamas y la vida marina se muere. El país tiene potencial agrícola, pero la gestión de productores, sumado a los avasallamientos reducen las oportunidades de crecimiento.
La tasa de deforestación per cápita en Bolivia es 12 veces más alta que el promedio mundial y una de las más altas del mundo, según el resumen del trabajo de la economista en medio ambiente, Lykke E. Andersen, titulado “La economía del cambio climático en Bolivia: Impactos sobre la biodiversidad”, publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Las fuertes interacciones entre la deforestación y el cambio climático indicarían que la deforestación podría aumentar aún más los impactos adversos del cambio climático. Este estudio es un primer intento de estimar los costos económicos que resultan de la pérdida de biodiversidad causados por el cambio climático, señala la autora.
El economista Gonzalo Chávez Álvarez escribió en su cuenta de X (Twitter) @GonzaloCHavezA, que “las intensas humaredas en Santa Cruz y La Paz son ejemplos de la tragedia ambiental que vive Bolivia. La quema indiscriminada y el descontrol en la ocupación territorial del país son la muestra del fracaso del modelo extractivista. La deforestación es el origen de la escasez del agua”.
Andersen ya advirtió que el cambio climático podría tener fuertes impactos para la biodiversidad en Bolivia, especialmente en el Altiplano donde se prevé un proceso de desertificación debido a la reducción de las precipitaciones y al aumento en variabilidad de las temperaturas.
Mientras en las tierras bajas, el cambio climático no sería la mayor amenaza para la biodiversidad, pero si el avance de la frontera agrícola; mientras que en las tierras altas, el cambio climático sería responsable de las fuertes reducciones en biodiversidad previstas.
En total, entre los procesos de deforestación y cambio climático, se espera que haya sustancialmente menos diversidad de especies a finales del siglo, señala la autora.
El presidente del Colegio de Economistas de Tarija, Fernando Romero, opinó que lo que pasa con los incendios en el país afectará al Producto Interno Bruto (PIB), y también en el déficit fiscal, que este año está fijado en un poco más de 7%.
Los incendios no sólo provocan la pérdida de biodiversidad, sino que también cultivos, fauna y naturaleza.
Entrelazado
En la naturaleza, todo está entrelazado. Y se puede decir lo mismo de la relación entre un medio ambiente saludable y una economía saludable, según la nota titulada «La naturaleza y la economía mundial», basada en una conversación entre David Attenborough y Christine Lagarde, publicado en F&D finanzas y desarrollo.
“No cabe pensar que sea posible preservar la vida sin cuidar la naturaleza. Y necesitamos economías saludables para sacar a la gente de la pobreza y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. En nuestro modelo actual, estos objetivos a veces parecen contraponerse, y nuestras actividades económicas parecen estar al asedio de la naturaleza. Pero la naturaleza —un clima estable, agua dulce fiable, bosques y otros recursos naturales— es lo que hace posible la industria”, señala el texto a tiempo de indicar que no se trata de elegir entre lo uno y lo otro. No es posible lograr desarrollo humano a largo plazo sin un clima estable y un mundo natural saludable.
Opciones
Bolivia aceleró la deforestación con el objetivo de ampliar la frontera agrícola, sin embargo, existen maneras de contrarrestar esta práctica a partir de administrar de mejor manera la tierra a través del ciclo de cultivos.
“(…) no hay una solución perfecta para todos los tipos de ecosistemas o regiones del país, posiblemente si hablamos en el altiplano, valles, chaco, es diferente que la Amazonía”, reflexionó el vicepresidente de Conservación Internacional para Bolivia, Eduardo Forno.
“Hay dos maneras de trabajar el espacio productivo sin hacer daño a la naturaleza. Cuando ya se ha deforestado uno tiene barbecho (terreno que no se siembra) que se deja para que la tierra descanse y en vez de volver a cortar y quemar, lo que se hace es abrir espacios en ese bosque renovado para comenzar a plantar primero plátano, luego se planta algunos productos perenes que van a dar en dos a tres años, café, cacao”, explicó.
El otro camino es cuando no está deforestado. Uno puede enriquecer el bosque, no cortar el bosque, sino aprovechar algunas partes del bosque y poner palmeras que den sus productos, también poner cacao bajo sombra, algunos productos maderables que ya estaban ahí. Entonces, se enriquece el bosque y produce mucho más en el largo plazo sin quema, complementó.
Para aplicar esas opciones en la producción de alimentos, así como en el cuidado del medio ambiente, se requiere de entrenamiento y de un apoyo, porque nadie puede hacer algo que no sabe, y normalmente lo que se les ha enseñado, y no solamente por el aprendizaje de unos a otros, sino por los mismos técnicos es la forma tradicional, pero el cambio climático empezó a plantear nuevos desafíos, de acuerdo a la reflexión de Forno.
“Cuando uno habla con un indígena originario de toda su vida, normalmente no hace eso, ellos usan el bosque. Yo creo que las opciones deben difundirse. El Ceibo, en Alto Beni, es una muestra de lo que se puede hacer, producir y cuidar el medio ambiente. Es un municipio maravilloso, la gente tiene ingresos, la gente cuida su naturaleza, evita que haya mineros. Promulgó una ley contra la minería. En Alto Beni está prohibida la minería por una ley del municipio, claro es difícil pelear, pero ya tienen algo que los respalda”, señaló.
Frontera agrícola
“Bolivia tiene 1.099.000 kilómetros cuadrados, 12 millones y pico de habitantes, es un país despoblado y hay falta de tierra, (…) creo que es una falsedad, tenemos más tierra agrícola y agropecuaria abierta que Paraguay, Chile y Perú, pero producimos muchísimo menos. El problema no es la falta de tierra, sino en el uso adecuado de la tierra”, apuntó.
Resaltó que Bolivia está entre los 15 países con mayor biodiversidad del planeta. “Cuando comencé a trabajar en el tema ambiental allá por la década de los 80 casi no teníamos áreas protegidas, no habían territorios indígenas, la naturaleza se cuidaba por sí misma, hoy en día tenemos más de 32% del país en área protegidas, pero tenemos un problema, que no están totalmente bien manejadas”, detalló.
La deforestación en Bolivia estaría ligada a la agroindustria, a la ganadería, promocionada por los empresarios, por los actores locales y por el Gobierno, dijo a tiempo de indicar que lo que más le aterra es el tráfico de tierras. “Yo creo que una gran parte de la deforestación hoy en Santa Cruz es por tráfico de tierras, no por ampliar la frontera agrícola”, agregó.
Por ello señaló que para evitar ese panorama adverso, hay que mejorar la políticas públicas, pero requiere cambios profundos en normas de bajo nivel, decretos, resoluciones ministeriales y leyes.
El contexto de polarización que tenemos en Bolivia nos impide pensar en grandes cambios a corto plazo, lamentablemente, señaló.
Minería
Con respecto a la contaminación del medio ambiente y los ríos, en especial, en la Amazonía del país y norte de Bolivia, Forno dijo que es un tema estructural, no es reciente. “El Código Minero de fines de los 90 abre la posibilidad de hacer minería dentro de áreas protegidas, y no se ha cambiado desde esta época”.
“La única cosa que cambió es que ahora en vez de tener empresas privadas que aprovechen de esa situación, son unas nuevas empresas privadas llamadas cooperativas, que no son cooperativas en mi opinión. Trabajan en la extracción de oro por el precio alto y la ley lo permite”, sostuvo.
Las consecuencias del cambio climático, sobre todo sequías y quemas, sumado al desplazamiento de los indígenas por cooperativistas mineros, provocan daños al medio ambiente y pérdida económica a las familias, pues no pueden vivir de la agricultura y de la naturaleza.
Pérdida
“Hemos perdido cerca de 6 millones de hectáreas. El espacio que tenemos abierto de bosques, bien manejado es más que suficiente para que tengamos todo lo que necesitamos, hay mucho abandono de tierras, baja productividad. Hemos hecho mucho daño por falta de técnicas, de asesoramiento”, apuntó.
Por otra parte, la relación entre los bosques y las personas es igualmente importante. Se estima que alrededor de 1300 millones de personas —una quinta parte de la población mundial— obtienen beneficios directos e indirectos de los bosques consistentes en empleo, productos forestales y contribuciones a los medios de subsistencia e ingresos. Unos 300 a 350 millones de personas, de los cuales alrededor de la mitad son indígenas, que viven dentro o cerca de bosques densos, dependen casi exclusivamente de estos para su subsistencia. Cientos de millones de personas más, incluyendo personas que habitan en las ciudades, necesitan los recursos forestales para obtener alimentos, materiales de construcción y fuentes de energía, de acuerdo a una nota de prensa del Banco Mundial.
Además, los bosques contribuyen a la generación de riqueza y la creación de empleo. Gracias a la creciente demanda de productos forestales, se espera que esta contribución aumente en las próximas décadas. El sector forestal formal emplea a más de 13,2 millones de personas, produce más de 5000 tipos de productos a base de madera y genera un valor agregado bruto de poco más de USD 600.000 millones (dólares estadounidenses) —casi un 1% del Producto Interno Bruto mundial— cada año, complementa.