Edwards, que visitó el país entre el 4 y el 10 de septiembre, denunció que hasta la fecha se documentaron más de 103.000 procedimientos por crímenes de guerra, y aseguró que la invasión rusa se está convirtiendo en sinónimo de tortura y otras crueldades inhumanas.
“El volumen de denuncias creíbles de tortura y otros actos inhumanos que las autoridades rusas están perpetrando contra civiles y prisioneros de guerra parece no cesar. Estos graves actos no parecen aleatorios ni fortuitos, sino orquestados como parte de una política de Estado para intimidar, infundir miedo, castigar o extraer información y confesiones”, reafirmó la relatora.
Entre las torturas a las que son sometidos los prisioneros ucranianos se encuentran la aplicación de cargas eléctricas en oídos y genitales, palizas de todo tipo, simulacros de ejecución a punta de pistola, ahogamientos simulados, obligación de mantener posturas de tensión, amenazas de violación o muerte y diversas ceremonias de ridiculización y humillación”, según testimonios recogidos por la experta.
Tanto los civiles como los militares entrevistados que volvieron a territorio ucraniano contaron que estuvieron mal alimentados y hacinados en sótanos y celdas.
“Dado que la prohibición mundial de la tortura refleja nuestra aspiración compartida de vivir en sociedades libres de temor, los autores, incluidos los de más alto nivel, deben ser llevados ante la justicia”, subrayó Edwards.
Además, garantizó que el trabajo de las autoridades ucranianas para hacer frente a estos casos y documentarlos es impresionante y que su actuación temprana prácticamente no tiene precedentes en ningún lugar del mundo gracias a la creación de unidades móviles de investigación, la ampliación de conocimientos forenses y de instalaciones de pruebas, o la mejora de la tecnología y de las técnicas de obtención de pruebas.
Sin embargo, los investigadores se encontraron con obstáculos tales como la inaccesibilidad de las zonas actualmente ocupadas, la pérdida de pruebas cruciales debido al deterioro y al lapso de tiempo transcurrido entre el crimen y la liberación, o la adaptación de la Justicia del país para poder procesar y juzgar crímenes internacionales.
En referencia a los prisioneros rusos, Edwards recalcó que las autoridades ucranianas se esforzaron sinceramente por tratar con respeto a los prisioneros de guerra, que se encontraban en instalaciones higiénicas y ordenadas. “Los prisioneros estaban bien alimentados, recibían atención médica por sus heridas en el campo de batalla, podían practicar su religión y disponían de trabajo remunerado e instalaciones recreativas”, explicó la experta. (Europa Press)