Allí, una ola de violencia desatada por la pandilla de Gran Ravin, ya dejó 54 fallecidos, frente a 20 de balances previos en uno de los episodios más sangrientos desde que los grupos criminales asumieran el control de buena parte de la capital aprovechando el vacío de poder dejado con el asesinato en 2021 del entonces presidente del país, Jovenel Moise.
En su comunicado, la ONG denuncia la complicidad exhibida por el Consejo Nacional Superior de Policía y la cínica inercia de las autoridades policiales que se exhibieron con cinismo ante la cara de una población desamparada y a merced de las bandas armadas.
Los primeros tiroteos en Carrefour-Feuilles empezaron durante la tarde del pasado domingo, pero no fue hasta la madrugada del lunes que la población comenzó a escapar de sus hogares en medio de súplicas de auxilio a la Policía haitiana.
Sin embargo, a lo largo de los tres días siguientes la banda liderada por Renel Destina, alias ‹Ti Lapli› de 42 años y buscado por el FBI tras secuestrar hace dos años a un ciudadano estadounidense, acabó lanzando una última ofensiva que le llevó apoderarse del barrio entero «a tiro limpio en la cabeza», según los residentes.
La violencia de las últimas semanas también se concentraron en Artibonite, en el norte de Haití, particularmente en los bastiones que tienen allí las bandas criminales, envueltas en guerras internas desde su consolidación en el país.
«El escenario es el mismo: se activan bandas armadas para mantener un clima de terror en el país, matando ciudadanos, hiriendo a otros y llevando a miles de familias a huir.
En su último balance, la oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas estima que la ola de violencia de las bandas criminales en Haití dejó al menos 2.439 muertos, 902 heridos y 951 secuestrados desde el 1 de enero al 15 de agosto de este año. (Europa Press).