Según la cosmovisión andina, agosto es el mes de la Pachamama (madre tierra), es por eso que las apachetas, wak’as y apus (montañas), se convierten en lugares sagrados, donde se realizan las ofrendas o mesas, para dar gracias por todo lo recibido, pero también llenarse de buenas energías cósmicas en una simbiosis de lo andino con lo religioso, de ahí que no resulta extraño las "mesas blancas" con oraciones al "tata-Santiago" o la virgen de Copacabana.