El varamiento de los cetáceos es un suceso bastante común, y miles de estos mamíferos acuáticos mueren cada año alrededor del mundo. Por ejemplo, la semana pasada, 300 ballenas murieron en Nueva Zelanda. Hasta la fecha se han registrado más de 11.000 casos en el Reino Unido, muchos de ellos, en el río Támesis, desde solemnes orcas, pasando por enormes cachalotes hasta huidizos zifios. El 20 de junio de 2006 encontraron a uno de estos cetáceos de hocico pronunciado nadando tierra adentro. Los zifios habitan en el océano profundo y su avistamiento en las aguas del río londinense dejó boquiabiertos tanto a viandantes como a biólogos. Totalmente desorientado, entró al interior de Inglaterra en vez de dirigirse al norte de Escocia, donde abunda el alimento. El cambió de rumbo fue sentencia de su muerte. Fuera del agua, el zifio extraviado murió aplastado por su propio peso. Los cetáceos varados no pueden soportar su peso, ya que la fuerza de flotación deja de intervenir. También pueden fallecer deshidratados o ahogados cuando la marea sube y cubre sus orificios respiratorios.