Jean Pierre Planchart, de un año de edad, tiene el rostro de un anciano y un grito que es poco más que un gemido. Pesa sólo 5 kilos. Su madre, María Planchart, trató de darle de comer lo que podía encontrar entre las bolsas de basura. Finalmente lo llevó a un hospital de Caracas, donde reza por un brebaje de leche de arroz que mantiene vivo a su hijo.