Las operaciones informáticas en la red bajo la dirección de Kim Jong-un se han convertido en el instrumento de la guerra, que él empezó a usar para el espionaje, el robo de la criptomoneda, la extorsión, y además para los objetivos políticos que permiten manifestar sus capacidades de eliminar a sus adversarios. Pyongyang aumenta su fuerza y se convierte más potente en el ciberespacio.